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No se confunda; esto es una cárcel

Las prisiones de Noruega, “las más humanas del mundo”. La vida en la cárcel no debería ser demasiado diferente a la del mundo real

Un preso toma el sol en la cárcel de Bastøy / Getty Images

Madrid

El autor de la masacre de Noruega, Anders Breivik, ganaba esta semana un juicio contra su país por “violación de sus derechos humanos” al estar en régimen de aislamiento. Su caso ha puesto en jaque la moralidad de la que el país nórdico hace gala –al menos, sobre el papel-, pero lo cierto es que las prisiones noruegas son consideradas por visitantes, analistas y expertos como “las más humanas del mundo”. En ellas, las autoridades aplican como correctivo el principio de normalidad: la vida en la cárcel no debería ser demasiado diferente a la del mundo real y ésa es la mejor manera de hacer que un delincuente aprenda de su crimen.

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Esta filosofía se sigue tanto en las cárceles de alta como de baja seguridad y el objetivo es que el preso se prepare cuanto antes para la reinserción en la vida en libertad. Y es que la pena máxima permitida por ley en Noruega es de 21 años. Lejos de ser arriesgado, el sistema ha demostrado que la reincidencia criminal noruega es de un 20%. En países como Reino Unido o España estamos casi en un 50%. En Estados Unidos, el 76% de los criminaless que salen de prisión vuelven a entrar al cabo de cinco años.

Exteriores de la prisión de Bastøy / CNN

Bastøy: Esta cárcel se asienta en una isla al sur de Oslo y es reconocida como la mejor del mundo. No tiene muros ni torres de vigilancia; parece más bien un pueblecito en medio de un fiordo al que acuden ciudadanos corrientes en sus vacaciones.

- Allí no hay celdas, sino casitas bajas individuales con baño y cocina. Los reos disponen de sus propias llaves.

- Pueden salir a pasear por la isla, bañarse en la playaen verano o esquiar en invierno; jugar al tenis, montar a caballo u organizar competiciones deportivas.

- El centro tiene pesca, ganadería, agricultura, cocina, e incluso marinería como talleres de formación de los que los presos pueden ganar un sueldo.

En este contexto, la palabra fuga haría la boca agua. Sin embargo, los internos ni lo intentan porque, de hacerlo, serían transferidos a una cárcel más dura. Los guardias de Bastøy comprueban varias veces al día que siguen allí. Y, en caso de que alguien consiga escapar, el gobernador del centro ya pidió que “por lo menos, llamen por teléfono para que sepamos que están bien”.

Prisión de alta seguridad de Halden / Getty

Halden: Ya se parece más a lo que entendemos por prisión: alta seguridad y habitaciones con rejas en las ventanas donde los reos pasan la mayor parte de sus días. Aunque no lo parece, por las palabras que el exdirector de prisiones de Nueva York dijo al visitarla: “No creo que se pueda ser más progresista, a menos que les des las llaves de la cárcel a los presos”.

- Igual que en Bastøy, los presos tienen talleres donde trabajar: ebanistería, metalurgia, restauración, jardinería, música y pintura.

- El servicio médico es permanente y un pastor protestante pasa por allí varias veces.

- Los que no quieren trabajar pueden estudiar. El estado noruego cubre gratuitamente desde la educación primaria hasta la universitaria.

- Independientemente de si los reos trabajan o estudian, reciben una asignación semanal de 6,5 euros y de 20 los fines de semana con la que se costean sus comidas y necesidades en el supermercado de la cárcel.

Todos los delincuentes pasan primero por centros de máxima seguridad antes de llegar a cárceles menos estrictas. Actualmente, sólo Anders Breivik y otras 93 personas están aislados en una prisión de alta seguridad en Noruega.

El caso "excepcional" de Breivik desafía el sistema

En 2011, un tiroteo en la isla de Utøya y la explosión de una bomba en Oslo dejó 77 muertos. Anders Breivik confesó que había cometido los atentados, "que volvería a hacerlo"  y fue condenado en 2012 a 21 años de prisión prorrogables mientras el Estado le siga considerando un peligro público. Cumple su pena en la prisión de alta seguridad de Skien, de la que pocos creen que vaya a salir dado su nulo arrepentimiento y el sentimiento de odio que despierta en Noruega.

Una de las celdas de Anders Breivik en la cárcel de alta seguridad de Skien / BBC

Aun así, dispone de tres celdas para él sólo –una para dormir, otra para estudiar y leer y otra para hacer ejercicio; televisión con varios canales; videojuegos; teléfono; ordenador; periódicos; y cocina donde prepararse su propia comida y lavar su ropa.

Sin embargo, la querella de Breivik contra su país radica en el aislamiento al que está sometido desde que llegó. Y es cierto: su caso no tiene precedentes en Noruega. Breivik es de los pocos prisioneros en el país nórdico que ha vivido casi cinco años en una celda aislado del resto de reclusos; con inspecciones físicas incluso desnudo; y controles de cartas, llamadas y visitas. Breivik tachaba estas actitudes de “degradantes y violadoras de sus derechos humanos” y el Estado debe pagar 35.000 euros por las dos primeras, ante el estupor de los familiares de las víctimas de los atentados.

La magistrada que ha estudiado la querella defendía que se controla la correspondencia de Breivik para evitar que propague sus ideas, pero que esto no le ha impedido entrevistarse con familiares. Afirmaba también que está aislado para proteger su integridad física y por el riesgo de fuga y la “alta peligrosidad” de este individuo que las autoridades remarcan una y otra vez.

 
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