Comienza una posible coalición. Veremos hasta dónde llega

Madrid

"Venimos de muy lejos", decía el spot de campaña de Izquierda Unida de diciembre de 2015. De tan lejos como su formación referente, el Partido Comunista de España.

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Ese vídeo recogía, por ejemplo, la imagen de Dolores Ibarruri, La Pasionaria, bajando las escaleras del Congreso del brazo de Rafael Alberti, allá en 1977, momento histórico de su agitada vida desde que en 1921 el partido eligiera como primer secretario general al tipógrafo Antonio García Quejido. De lejos, muy lejos, como ven. Pues ahora, si las negociaciones fructifican, Izquierda Unida se unirá a Podemos, ese jovencísimo partido fundado hace poco más de dos años, exactamente el 11 de marzo de 2014, en una gran coalición.

Todo está por hablar, declaran unos y otros, lo que quiere decir que hay intención de hacer esa unión, pero ya se sabe que los paraísos —como los infiernos— están empedrados de buenas intenciones. Parece lícito preguntarse, por ejemplo, cómo encajarán las estructuras internas de una y otra formación o cómo se llegará a una confluencia de programas que complazca a ambas partes. Por no hablar de ese insignificante problema que supone la elaboración de las listas electorales. Y todo ello, conviene recordarlo, teniendo en cuenta que el asambleísmo de Podemos no es, para qué engañarnos, el mismo modelo que rige en el Partido Comunista de España. Comienza un camino. Veremos dónde acaba.