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Guerra abierta: La banca quiere cobrar más; los consumidores, pagar menos

Los jóvenes, con su facilidad de buscar y comparar, marcan un antes y un después. / GETTY

Madrid

Al hilo de las dichosas cláusulas suelo de los bancos, incluso con sentencias judiciales y del Supremo que dan la razón a los afectados, la Comisión Europea ha dado un nuevo aviso a España sobre la legislación hipotecaria: se muestra contrario a sus políticas, amenaza con sanciones, refuerza a los consumidores y da aire a quienes critican la falta de protección de muchos consumidores frente a la banca. En espera de la resolución final del Tribunal de Justicia Europeo - seguramente antes del verano - sobre si hay que devolver total o parcialmente el dinero cobrado irregularmente a los clientes, desde el inicio de la vida del crédito o desde 2013, parece obvio que la legislación hipotecaria española va a tener que “resetearse” y adaptarse a mecanismos y procedimientos mucho más transparentes. Sin trampas. Y se llevará el gato al agua frente a los clientes el que sea más limpio…

Pero es llamativo que muchas soluciones solo vengan de la mano de sentencias judiciales o de imposiciones europeas. Es más, parece como si frente al descubrimiento de una “trampa”, rápidamente surgieran nuevos mecanismos de algunos para volver a las andadas. Por ejemplo, mientras se está a la espera de la solución final a las cláusulas suelo, algunos bancos parece que “maniobran” para buscar resquicios por los que perpetuar los beneficios que les acarrean, como ha denunciado estos días Adicae, avisando de que nadie firme un cambio en sus papeles sin un buen asesoramiento. No me consta que autoridades económicas o de consumo de las comunidades estén indagando si estamos ante un nuevo brote de posibles irregularidades…

No se ni siquiera si están atentos a los anuncios de la banca de que en un futuro, que se me antoja muy cercano, los consumidores nos tendremos que acostumbrar a pagar más comisiones. Sí, más. Que es algo así como el órdago a sus clientes: “por si no querías arroz, dos tazas”. Como si los consumidores no fuéramos víctimas ya de una notable escalada en las comisiones que pagamos en los últimos años; como si no fuéramos víctimas ya de un deterioro evidente en el servicios de las entidades, sobre todo en aquellas personas mayores que prefieren seguir haciendo sus ingresos, pagos, etc en las oficinas, entre otras cosas por no tener ordenador ni sentirse ni medianamente seguros haciéndolo a través del móvil.

Menos mal que algunas entidades, como Bankia, ha puesto la voz discordante al asegurar que no ve bien cobrar más comisiones si no están respaldadas por servicio que realmente merezcan un cobro aparte. ¿Servirá para algo? Me temo que no. Vamos a una nueva vuelta de tuerca para sacar “tajada” de todo lo que hacemos con el banco o la caja, sea en la oficina, por internet, por el móvil... ¿Quizá por considerar que tienen la sartén por el mango?

Pues seguramente menos de lo que piensan algunos. Esta actitud es probable que se acabe volviendo contra las entidades: ya se anuncia competencia por donde menos se lo esperan… Precisamente las tecnologías que les han permitido acabar con muchas sucursales, vaciar otras y poner en marcha no pocos ERES, puede ser una vía abierta a nuevos competidores. El objetivo es claro: eludir a la banca tradicional. Vías alternativas que permitirán acceder al dinero que nos dan hoy los bancos en mejores condiciones, con mejores servicios, con menos costes. Con menos riesgos…

Y también están ahí los cambios que comienzan a experimentar los consumidores con la banca, sobre todo entre los jóvenes, consumidores de hoy y de mañana, más capacitados para “buscar y comparar” por su manejo de las tecnologías, las apps, y más acuciados también por la necesaria reducción de costes. Su camino, aderezado por la “frialdad” en las relaciones con las entidades que no tienen muchos padres con su entidad de toda la vida, tiene objetivos claros: minimizar relaciones, buscar lo más interesante sin miramientos, reducir productos al mínimo, ataduras a largo plazo las justas, eludir lo más posible los créditos… La guerra está abierta.

 
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