Entre dos Guerras

Madrid

Fue horrible, los heridos, pobres, a uno a lo mejor le faltaba el pie o la mano, otros no tenían ojos o la cara deshecha, no tenían calmantes, padecían dolores terribles, iba allí y les lavaba la cara mojándola con el hielo porque no había ni agua, intentaba calmarlos, les daba unas palabras de aliento… (…) En la ciudad, los únicos recursos humanos que había éramos las Brigadas del Komsomol (…) Pero llegó la desesperación. Era tanta el hambre que se hacía cualquier cosa. A veces entre la nieve había un cuerpo, le faltaba parte de las nalgas, las cortaban y se las comían, necesitaban comer algo, el hambre era extrema, se hace cualquier cosa, la gente se convierte en una bestia” (Teresa Alonso -San Sebastián, 1925- atrapada en el Sitio de Leningrado (1941-1944)

Este es uno de los quince estremecedores relatos recopilados, cámara y grabadora en mano de quien suscribe estas líneas, en “Atrapados” (editorial Crítica), ahora cuando en 2016 se cumplen dos históricas efemérides: el 85 aniversario de la proclamación de la II República (14 de abril de 1931) y los 80 años del golpe de Estado militar (17/18 de julio de 1936) que quiso derrocar al gobierno legítimo de la Segunda República y cuyo fracaso supuso el inicio de la Guerra Civil en España.

Todos los testimonios constituyen un homenaje a las víctimas de la Guerra Civil, a aquellos que sufrieron la derrota y sus consecuencias, principalmente por Tierra, por Mar y por Aire. Reviven su pasado y cuentan cómo se vieron atrapados entre dos guerras, primero la guerra civil en España (1936-1939) y, años más tarde, la segunda guerra mundial (1939-1945).

Por tierra

Hablan los jóvenes que estuvieron en el frente, guerrilleros, milicianas, personas todas ellas que combatieron el fascismo arriesgando sus vidas. Tras la derrota no tuvieron más opción que el exilio o la cárcel y los campos de concentración en España.

Por mar

Las grandes e inocentes víctimas de la guerra civil en España fueron los "Niños de la Guerra", aquellos menores que, para salvarles de la violencia del conflicto, sus familiares les embarcaron rumbo a otros países, entre ellos el Méjico de Lázaro Cárdenas o la Unión Soviética de Iósif Stalin. A bordo del barco Sontay llegarían más de tres mil niños a la Unión Soviética, como la propia Teresa Alonso. Nada sabían de la existencia de gulags y nada les hacía suponer que vivirían pocos años después un conflicto aún más cruel con el desencadenamiento por parte de Hitler de la operación Barbarroja, la invasión del ejército alemán en el vasto territorio de la Unión Soviética. Nuestra protagonista estuvo en el Sitio de Leningrado (1941-1944), la actual San Petersburgo, vivió allí el peor momento, en pleno invierno, cuando el cerco alemán se había completado y los accesos vitales de la ciudad estaban cortados.

Por aire

Los protagonistas son los últimos aviadores aún vivos de la Segunda República, auténticos ases de la aviación. Unos surcaban los cielos de España en gestas heroicas; otros, pertenecieron al cuerpo de tierra de la aviación republicana desempeñando su trabajo como mecánicos o fotógrafos-interpretadores. Por último, unos 500 jóvenes pilotos partieron a Kirovabad, Azerbaiyán, en sucesivas expediciones para formarse con aviones de la Unión Soviética y regresar a España para combatir en la Guerra Civil. Algunos de ellos terminarían atrapados en tan lejanas tierras, incorporándose al ejército rojo en su lucha contra el enemigo nazi, mientras otros permanecerían, durante años, cautivos en los gulags de Stalin.