Vergüenza sin fronteras

Madrid

No sé si estarán ustedes de acuerdo, pero creo que la coherencia es uno de los elementos más valiosos para labrarse un perfil propio, una personalidad, una reputación también. Y esa reputación se construye, entre otras cosas, con "síes" y con "noes", con lo que se acepta y con lo que se rechaza. Pues miren, no recuerdo un portazo, un "no", tan sonoro como el que Médicos sin Fronteras le acaba de dar a la Unión Europea y a sus gobiernos, incluido el español. Esta ONG, que lleva meses atendiendo y salvando vidas de refugiados en el Mediterráneo, ha decidido rechazar cualquier ayuda económica en protesta por cómo se está gestionando precisamente el tema de los refugiados. El acuerdo con Turquía ha sido el detonante último y el argumento que da Médicos sin Fronteras no puede ser más claro: "No podemos aceptar fondos de la Unión o de los Estados miembros –dicen- mientras al mismo tiempo tratamos a las víctimas de sus políticas". Creo que este argumento –y esta decisión de Médicos sin Fronteras- no sólo supone un motivo de vergüenza para las instituciones europeas sino también un aldabonazo muy importante para revisar este debate; sí, porque en el fondo lo que subyace es el propio concepto de refugiado.

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Y el acuerdo con Turquía –no nos engañemos- lo pervierte: porque otorgar ayuda humanitaria a un país, pero a cambio de controles fronterizos es enviar un mensaje de que el derecho de asilo es negociable. O de que se puede trapichear con él. Y los derechos son derechos, sin más. Europa ha sido durante muchos años un ejemplo pero está reculando de forma incomprensible. Ojalá sus responsables conserven la capacidad de avergonzarse cuando alguien les pinta la cara: los artistas son, en esta ocasión, Médicos sin Fronteras.