Qué nerviosos se han puesto los pimpollos

Madrid

Seguimos a vueltas, como no podía ser menos, con la resaca del 26-J. Y lo que nos queda. Vayamos hoy a los pimpollos, que parece mentira lo nerviosos que se han puesto con tan poquita cosa. Un pequeño quiebro y el mundo se les ha caído encima. Esto es la vida, amigos, bienvenidos sean al mundo real, donde a veces ganan los malos y las buenas gentes del país, ya ven qué cosas, votan lo que les viene en gana, por mucho laboratorio -de ideas o de marketing- que le hayan echado los jóvenes revelación de esta, ay, caduca democracia.

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Por un lado, ese grupo de intelectuales inmaculados que bendijeron a Ciudadanos desde el mismísimo baptisterio, y que ahora le piden a Rivera que se deje de gaitas y apoye de una vez a Rajoy. Con la venda rojigualda tapándoles la visión, nunca han querido saber ni palabra estos cuatro años de las injusticias, de la miseria, de los parados camino de la pobreza y, ni tan siquiera, de la corrupción galopante de un partido podrido de arriba a abajo. Sólo contaba el trampantojo de la sagrada unión de España. El resto se la traía al pairo. Así que ahora, naturalmente, a los pies de Rajoy, su gran ídolo.

¿Y qué me dicen de esa llamada a extirpar las malas hierbas de Unidos Podemos? Miedo, no. Pánico.