Vuelve la burra al trigo
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Madrid
Mientras que Rajoy parece esperar a que todos se rindan, con Ciudadanos renuente y el PSOE a la contra, lo cierto es que el PP va a tener que llamar a la puerta de los nacionalistas. Un movimiento forzado muy difícil para los populares, que siempre confunden la mayoría absoluta con un cheque en blanco que les libra de consensuar y pactar. Y de esos polvos estos lodos. O sea, la incapacidad de tejer alianzas, que es uno de los problemas fundamentales de un PP aislado.
Aznar ya lo hizo con Convergencia y PNV cuando los necesitó, para ignorarlos cuando los votos lo hicieron autónomo.
Durante estos cuatro años Rajoy no ha querido afrontar ese problema. El desafío catalán sigue vivo y lo afrontaremos desde la nada. Cero avances, nula voluntad. Tampoco quiso Rajoy abrir la reforma constitucional cuando pudo conducirla con el PSOE por el carril central, sin desoír las posiciones del resto de partidos, pero sin nacionalismos que pudieran condicionarla a cambio de votos.
Pues es posible que ahora tenga que pedir el apoyo de convergentes y peneuvistas para lograr la investidura. Aquellos a los que ha ignorado, a los que ha intentado sacar de la arena política a través del ministerio del Interior, con los que no ha querido trabajar para cerrar definitivamente el terrorismo. Convergencia y PNV vendrán a Madrid, si es que vienen, con una lista aumentada de condiciones.
La fortaleza es un concepto sobrevalorado si se utiliza mal. Es un lenguaje tribal que contenta a los tuyos y espanta al resto. Pero sobre todo, no soluciona problemas. La fortaleza real consiste en pactar y avanzar. Lo otro solo es una mayoría absoluta muy mal llevada.