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Madrid

Rajoy ha llamado al PNV para negociar. No sabemos si los cinco diputados vascos serán esenciales finalmente o no para formar gobierno. Pero por si acaso, el Lehendakari Urkullu ya ha puesto sobre la mesa la agenda vasca. Que además de cuestiones económicas, pasa por aceptar políticamente la derrota de ETA y obrar en consecuencia: ir a por el desarme de la banda terrorista y modificar la política penitenciaria a la evidencia de que ETA es ya un negro recuerdo en España.

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Llamar al PNV no quiere decir que Rajoy acepte esa agenda, pero ya solo la llamada le obliga a un contorsión política que da la medida de cuánto han cambiado las cosas en este país. Por primera vez un partido pasa de la mayoría absoluta a la indigencia parlamentaria de necesitar cinco votos, o uno como del coalición canaria, partido con el que inicia hoy su ronda de contactos el candidato popular.

Pero es que con el PNV el PP se enfrenta probablemente al peor retrato de sí mismo: aquel en el que se le vio utilizando esta tragedia inmensaen la contienda política. Rajoy fue quien dijo al presidente del gobierno que finalmente puso las bases del fin de la violencia, a Zapatero, aquella frase terrible de Usted ha traicionado a los muertos. El mismo que ha estado cuatro años sin mover ni una coma su política con respecto al País Vasco pese a la evidencia del tiempo nuevo que se vive en Euskadi. La sociedad vasca necesita ir cerrando capítulos de una historia de sangre, silencio y dolor. Y el Estado tiene que empujar en esa dirección de forma activa.

Las urnas le han dicho al PP que tiene que moderarse y aprender a escuchar a los otros. Veremos cuantas lecciones han aprendido