Una investigación necesaria

Madrid

Hoy miércoles se hará público, según se ha anunciado, el esperadísimo informe Chilcot, sobre la actuación del primer ministro británico Tony Blair durante la guerra de Irak. Con un poco de suerte, el informe quizás contenga algo que sirva para comprender también cual fue la actitud del entonces presidente del gobierno español, José María Aznar.

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El llamado informe Chilcot fue encargado hace nada menos que siete años por el sucesor de Blair y lleva el nombre del abogado encargado de dirigir la investigación. Si se hubiera llegado a la conclusión de que el primer ministro mintió al Parlamento, podría dar lugar a alguna consecuencia legal, incluso aunque Blair dejase la política activa hace ya ocho años. Una de las primeras preguntas que debería responder el informe es si Tony Blair se comprometió con el presidente norteamericano George Bush a acompañarle en la invasión de Irak, un año antes de que se tomase formalmente la decisión. La posibilidad de que Blair hubiera confundido intencionadamente a la opinión publica asegurando que el régimen de Hassan Hussein poseía armas de destrucción masiva, pese a que los inspectores de la ONU afirmaban que no existían pruebas, ha perseguido siempre al primer ministro y ha terminado por perjudicar seriamente su reputación, pese a haber sido uno de los políticos británicos con mayor respaldo electoral en la historia. El informe Chilcot puede terminar de hundirle por tramposo o permitir que pase a los libros de historia sólo como un primer ministro pésimamente informado. En el caso de José María Aznar, en ausencia de una investigación similar, será difícil determinar la diferencia.