El desamparo de María

Madrid

Con permiso de los políticos, con permiso de las negociaciones, con permiso del déficit y de Bruselas, del brexit y del impresentable referendum que ahora convoca Hungría para preguntar si se quieren o no refugiados...con permiso de todos...hoy les propongo para empezar pensar en una niña madrileña de nueve años. La periodista Reyes Rincón cuenta su historia en El País. La llama María y es un nombre ficticio.

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María tiene 9 años y lleva 2 diciendo que su padre abusa de ella en las visitas del régimen de separación de un matrimonio divorciado. Nadie la creyó más que su madre que peleó en los tribunales. Psicólogos, terapeutas, peritos, jueces archivaron su caso por falta de pruebas físicas. La pequeña se vio envuelta en el laberinto burocrático de esta sociedad que considera a los niños un artículo de lujo, pero los escucha poco o mal. Dos años en los que entre llantos era entregada a su padre para las visitas de rigor pese a sus pataletas y su negativa. Tantas que era la policía la encargada de recogerla en el colegio para cumplir con las visitas.

Y María decidió buscarse la vida. Se escondió una grabadora y registró una conversación en la que su padre habla de los tocamientos, y sus abuelos paternos asisten a la charla desviando la atención.

Es imposible no pensar esta mañana en el desamparo de esa niña, en su soledad y su impotencia. En su palabra que no valió nada porque se explicaba mal, según el informe que permitió archivar us causa, se explicaba mal contando con siete años que su padre le hacía cosquillas por debajo de las bragas. Cuando tantas veces se confunde desamparo con pobreza, a esta niña la asistió todo el sistema y todo el sistema le falló. Menos su madre y su grabadora.