Música e historia

Madrid

David Hernando, director de la Orquesta Sinfónica de Bratislava, me comentaba molesto hace casi 25 años en nuestra época de estudiantes en la Universidad de Valladolid, lo poco que se valoraba la música en España. Él tuvo que hacer su carrera y buscar su destino fuera de nuestras fronteras, al igual que sucede hoy. La fuga de cerebros en un sistema universitario pésimo, no es nuevo y no se debe a la crisis, sino a que la Universidad es, sencillamente, muy mala. David decía que la asignatura de Historia del Arte, debía llamarse en realidad "Historia Parcial del Arte". Y no le faltaba razón. El arte va más allá de la pintura, la escultura y la arquitectura.

Usar y tirar

Como decía más arriba, la música se ha convertido en un producto de consumo. Hay obras maestras que pasan desapercibidas y verdaderos bodrios que a base de ser repetidos de forma cansina en radio fórmulas, se convierten en "éxitos", aunque sean éxitos fugaces que no duran más de unas pocas semanas. Eso sí, hay quien se empeña en darle a algunas de estas canciones un toque transcendental y las incluye en rimbombantes listas de "las 10 mejores canciones de la Historia"; listas cuya canción más antigua no tiene más de 10 años, es decir, el autor de la lista tiene un conocimiento nulo de la música a grandes rasgos. Vivimos en un mundo en el que los críticos musicales en la mayoría de las ocasiones son incapaces de escribir dos notas en un pentagrama. No saben música y se conforman con hablar de "guitarras potentes" o "una base melódica muy cuidada" para dar a entender que saben de algo de lo que no han oído nunca. Como buenos críticos, hablan de cosas que ellos serían incapaces de hacer.

La música, como la literatura, el cine o el dibujo, son artes que merecen ser cuidadas. Solo hay que escuchar y sentir si esa pieza te dice algo o no. Puede ser maravillosa y no gustar, vale, pero no tenemos que encumbrar la mediocridad, si bien, como digo siempre y también se puede emplear en la música, no hay libro malo.