Por supuesto que tenemos un problema en Cataluña

Madrid

Vamos a dejar para más adelante, Comité Federal concluido, las cuitas del PSOE en su particular deshoje entre el no y la abstención a un Gobierno de Rajoy, descartada de raíz cualquier posibilidad de gran coalición con la que alguna vez soñaron en Génova, el gran manto que taparía los kilos de suciedad acumulados por el PP en los últimos años. Felipe propone, los barones se alborotan y Sánchez, más paciente que tras el 20-D, calla.

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Así que vayámonos a Cataluña, donde día a día se observa con más claridad que todos, catalanes y no catalanes, tenemos un problema de enorme calado. El rechazo absoluto del Constitucional a las estructuras del Estado catalán creadas por la Generalitat, demuestra que aquél fue un camino equivocado que solo conducía al abismo.

Mientras, en sede judicial, llega la confirmación de que el Gobierno de Rajoy, a través del ministro Fernández-Díaz -¿cómo es posible que tal personaje siga en su puesto?- armó toda una operación indecente para luchar contra ciudadanos y partidos que promueven, y por qué no, una Cataluña independiente. A tal banda organizada la llamaron, además, policía patriótica. De la patria de quién, habría que preguntarse, porque no, desde luego, de las personas que creen en el respeto a la ley y abominan de los uniformados que olisquean entre las alcantarillas.

Cataluña exige mirada alta. Y política. Mucha política.