Pornoeróticamente tuya

Todas las semanas escribo estas líneas deseando poder llevarles dentro de mi cama. La cama que invento pero también a la que de verdad suelo desbaratarle las sábanas. Guardo todas y cada una de las identidades de los que entran en ambas; solo garantizo que los que están conmigo en ella… Siempre se enteran. No alardeo de amantes; no me pregunten jamás con quién me acosté. No he tachado de la lista a ninguno; ni marco muescas en ningún revolver. Y asumo las consecuencias ya sean grandiosas o definitivamente funestas.

Me gusta desnudarme ante ustedes, perfectos desconocidos. Me gusta que me imaginen, que me crean. Que sepan que cuando el tirante resbala sobre un hombro, se desliza sobre el mío. Soy yo la que recibe los lametones en las corvas, estremeciéndome antes de que mi amante alcance mi abrevadero. Es a mí a quien abren las piernas para acariciarme con los dedos, golosinas a flor de piel. Soy yo la que gime, la que quiere más, la que se inventa otra posibilidad para que quien esté conmigo en la cama no se quede con ganas de más y me quiera beber de menos.

Soy madre, esposa y amante en la misma desbordante proporción que odio y amo a todos con los que pueda cruzarme en esta vida. Y siempre deseé poder terminar una carta que hubiera excitado al que la leyera para firmársela con un escueto y sincero, pornoeróticamente tuya.

Erotismo cada día, pornografía cada vez que folles con tus amantes.

Una fórmula que no falla para que te imaginen el resto de tus días…