La mirada que unió a John y a Marcos en la puerta del supermercado

Madrid

Me atrevería a decir que sentarse en una terraza para tener una tertulia con los amigos, leer un libro o disfrutar de un aperitivo es una tradición que España lleva en su ADN. Tanto es así que ni siquiera se recogen en invierno. Pero está claro que si hay una época en la que hay lista de espera para tomar asiento en una mesa al aire libre es el verano, y más aún cuando hablamos de espacios tan solicitados como la terraza del Círculo de Bellas Artes de Madrid. Lo es por sus vistas, su buen ambiente y por la calidad de sus servicios. Y cuando digo servicios me refiero, en parte, al personal que hace posible su funcionamiento. John es uno de ellos y su historia personal no nos ha dejado indiferentes.

John salió hace 13 años de Benín, una ciudad situada en el sur de Nigeria, para buscar una oportunidad en España. Lo hizo atravesando el desierto a pie y recurriendo a transportes improvisados para llegar hasta Marruecos.

Atravesó el estrecho en una barca hinchable y desembarcó en Granada. Desde allí pasó por Tarifa y Valencia y llegó a Madrid hace 8 años. No tenía papeles y, para ganarse la vida, pasó una temporada en la puerta de un supermercado en una céntrica calle madrileña. Abría la puerta a la gente, ayudaba con las bolsas o simplemente saludaba amablemente a los clientes que iban a hacer la compra. Fue aquí donde conoció a Marcos Basadre, un cliente del supermercado.

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Ambos entablaron una relación de amistad estrecha y, tras vivir diversas aventuras juntos, Marcos decidió ayudarle a mejorar su calidad de vida en España. Para ello, lo primero era encontrar trabajo y lo consiguió de la mano de José Manuel, dueño de la terraza del Círculo de Bellas Artes de Madrid, donde ahora John es uno más de la plantilla.

Ahora será Marcos quien cruce el estrecho para conocer a la familia de John, su tierra y sus costumbres. Pero esta vez será diferente... viajará por vacaciones, con la mejor compañía, realizará un solo trayecto, esta vez en avión, de apenas 9 horas y llevará consigo el mejor de los regalos: haber conseguido alcanzar su sueño.