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La gula, un pecado más dañino en verano

Las comidas copiosas en verano son más perjudiciales que durante el resto del año

Las comidas copiosas en verano, con frecuencia, son protagonizadas por la paella / Eat&Love Facebook

La gula era pecado de ricos. Era. Porque ahora es de todos. Sin embargo la historia nos justifica: "Cuando se ha pasado mucha hambre la comida se convierte en un signo exterior de riqueza y en una forma de obtener placer. Por eso, no hay ninguna fiesta ni ninguna zona de España que no tenga una comida o postre típico para celebrar ", explica Maria Pilar Queralt, historiadora y autora de Gula, los pecados capitales de la historia de España.

Sin embargo, en verano el calor y la deseosa no-rutina hace que debamos cuidarnos especialmente: "En verano comemos más fuera de casa, variamos nuestra alimentación habitual tomando más alcohol, más frito, más grasa...", apunta  Dolores Martín es doctora del Servicio de Digestivo del Hospital Universitario La Paz. Lo que puede producir pesadez, hinchazón y dolor de tripa, ardor, incluso hipo o mal aliento.

Para evitar estas molestias, Teresa Valero, dietista nutricionista de la Sociedad Española de Nutrición, recomienda tomar alimentos ricos en agua y fibra, como verduras y hortalizas; carnes y pescados magros y cocinados a la plancha, infusiones de tomillo; comer despacio para saciarnos antes y dejar un espacio de, al menos, media hora antes de echarnos a dormir la siesta. Todo ello en aras de favorecer la digestión, principal culpable de las molestias tras una comilona.

Una de las claves para lidiar con los malestares de las comidas copiosas es seguir la dieta mediterránea: "Desde el punto de vista médico lo más recomendable es seguir nuestra dieta tradicional. Se ha demostrado que la dieta mediterránea es la más sana", señala la doctora Martín. Ella apunta, además, que en los casos más extremos, las comidas copiosas pueden llegar a producir pancreatitis, la inflamación del páncreas lo que podría ocasionar problemas en la regulación de los niveles de azúcar en la sangre y  en el proceso de digestión. Este pecado capital de comer y beber en exceso también puede empeorar los síntomas del colon irritable: "numerosas manifestaciones producidas por alteraciones en el movimiento del colon, desembocando en espamos que nos duelen y que provocan gastroenteritis o estreñimiento", explica Martín.

Y es que esta claro que hay cosas muy nuestras que ni queremos ni debemos cambiar. En esto de comer, como en casi todo, en el término medio está la virtud.

 
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