“No es una conducta sexual, sino una conducta de poder”

Madrid

Nos estremecemos cuando ocurren casos de violencia sexual como los de San Fermín. Sin embargo, a la mentalidad de la sociedad española le cuesta deshacerse de los matices machistas que permiten este tipo de situaciones. En Hoy por hoy con Macarena Berlín, hemos entrevistado a Miguel Lorente, antiguo delegado de Gobierno para la Violencia de Género, con el que hemos intentado acercarnos a las conductas de los agresores sexuales que actúan en grupo.

Según Lorente, se trata de un acto de demostración y reconocimiento de virilidad ante otros hombres y ante el grupo. "Ser hombre depende de que otros te reconozcan como tal", destacaba. "Por desgracia es una posibilidad de conducta de muchos hombres", añadía.

También describe que se trata de una forma de eludir la responsabilidad. "Si lo hacen entre varios, es como si no lo hiciera ninguno". Compartir con los demás estos actos constituye una forma de mantener la cohesión dentro del grupo y, después, "nadie habla de lo que se ha hecho en conjunto", mencionaba.

Aunque pensemos que en estos hombres predominen conductas cegadas por cometer el acto sexual, Lorente matiza que se dejan llevar por un sentimiento de poder que posteriormente les otorga reconocimiento ante el grupo. "Se trata de un crimen moral para defender posiciones y valores que consideran parte de la entidad masculina". "No es una conducta sexual, sino una conducta de poder", denuncia.

Además, las mentalidades machistas tienden a ver las agresiones sexuales como un mero exceso. Se utilizan argumentos como que la mujer ha sido la que ha provocado el acto o que ella había dado su consentimiento. Y lo peor es que en ningún momento se considera que se trate de una situación grave. "La propia cultura ha minimizado la trascendencia de la violencia sexual". "El machismo es el que abona el terreno para que los hombres den paso a la violencia y a la agresión", declaraba el experto. 

Quizá nos cueste entenderlo, pero el machismo viene marcado por siglos de tradición. Lorente explica que condiciona nuestras conductas e identidades de ser hombre y mujer, y afecta al significado que le damos a la realidad. "Tendemos a creer que el machismo es la manifestación excesiva, pero es la propia desigualdad, y lo impregna todo", declaraba. "La cultura ha cosificado a las mujeres y las ha puesto a disposición de que sean utilizadas por los hombres", añadía.

Existen varios mitos a lo largo de la historia y hasta nuestros días que han tratado de justificar los actos de violencia sexual. En los años 50 las conductas de este tipo se explicaban científicamente por la denominada "intoxicación por testosterona". También se piensa que estos hombres llegan a cometer actos de violencia sexual porque no mantienen relaciones habitualmente. Se confirma justamente lo contrario. "La mayoría de los violadores son hombres que tienen relaciones sexuales habituales y tienen un beneficio añadido en cuanto a fantasía y disfrute del poder a través de la violencia", explicaba.

En cuanto a la solución, Lorente asegura que "estamos lejos de ella, porque pesa demasiado en la mentalidad la idea del machismo". "La probabilidad de que el agresor sea condenado es nula y la sensación de impunidad es alta", terminaba.