Levante
A ese Congreso de los Diputados nada le haría tanto bien como una descomunal levantera
La columna de Almudena Grandes: 'Levante'
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Madrid
Este verano, el Levante ha sido el amo. Reivindicando un poderío legendario, ha soplado con tanta fuerza como si quisiera refundar la bahía de Cádiz, mover las dunas, avasallar al océano, recordarnos en cada instante nuestra humana fragilidad.
Por eso lo he echado mucho de menos al volver a Madrid, a ese Congreso de los Diputados al que nada le haría tanto bien como una descomunal levantera. La única sorpresa de la investidura ha sido tan lamentable que Rajoy se ha cargado por su cuenta y riesgo la mejor noticia de todo el verano.
El acuerdo de paz en Colombia es hoy, gracias a él, tan viejuno como los resobados argumentos que nos regaló una vez más. Parece que, ya, todo le da lo mismo. Como muestra, basta su alarde de habernos sacado de la crisis sin haber devaluado la moneda, que es algo así como presumir de que, bajo su mandato, el sol ha salido todas las mañanas.
Sería gracioso si el fin de la crisis fuera verdad y el galopante déficit de la Seguridad Social, mentira, pero ocurre exactamente lo contrario. El millón de empleos de los que se enorgullece el PP se ha logrado acumulando contratos por horas, semanas o meses. Por eso, las cotizaciones, en lugar de subir, siguen bajando.
No es extraño que Rivera no confíe en su socio. La actitud de Sánchez representa, sin embargo, un misterio para mí. Me da lástima volver a decirlo, pero la resistencia sólo es una virtud cuando tiene un propósito. Sin plan B, sólo los boxeadores sonados siguen encajando golpes.