Barberá, reina de los jíbaros

Madrid

Con Rita Barberá nuestra generación está viviendo lo que vivió la de nuestros abuelos cuando empezaron a descubrir quién era Alfonso Graña, el gallego rey de los jíbaros. Alfonso era un gallego analfabeto nacido en una casa miserable de una aldea del interior, que emigró a América a finales del XIX como casi todos nuestros abuelos, los míos incluidos. Se dedicó al caucho en Perú, y cuando llegó la crisis allí también, se embarcó Amazonas arriba con otro gallego, Cesáreo Mosquera; lo que ocurrió después ya es leyenda: Mosquera murió en el enfrentamiento con los jíbaros, Graña sobrevivió porque se encaprichó de él la hija del jefe de la tribu. Con el tiempo él reinaría sobre 5.000 jibaros de la Amazonia.

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En realidad, estoy hablando de Barberá todo el rato. De vez en cuando, a la civilización van llegando noticias de Graña con los jíbaros del mismo modo que llegan noticias de cómo le va a Barberá en el grupo mixto del Senado. Su partido no les llama jíbaros; les llama ejército de Pancho Villa, pero es un matiz sin importancia. Después de años de combate contra Compromís, contra Bildu, de repente Barberá deja su casa y se va al mismo grupo que ellos. Se va río arriba. Y nosotros, pensando que estará sufriendo, vamos sabiendo a cuentagotas de cómo le va. Y como al gallego rey de los jíbaros, no le va nada mal. Las últimas noticias son bastante buenas. Al dejar el PP en el Senado e irse con el grupo mixto cobra 3.400 euros más. Y como ese grupo había pactado que cada uno de ellos presida una comisión, el sueldo de Barberá podria llegar a ser de 8.000 euros al mes. Así que, de alguna manera, si decide ir a trabajar y su comisión es bastante potente, lo de Rita Barbera ha sido como si se hubiese enamorado de ella el heredero de la tribu. Por lo cual, hay que decir que si su partido la arrincona más terminará presidiendo el Gobierno.