Leyes, no valores

Madrid

A partir de 2017 el gobierno holandés impondrá a los refugiados e inmigrantes que lleguen al país la firma de una especie de contrato por el que se comprometen a respetar "las normas y valores de la sociedad holandesa".

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La idea es francamente chocante: los refugiados y los inmigrantes, como los propios ciudadanos holandeses, están obligados ya a respetar las normas legales que rigen en Holanda y parece extraño que los recién llegados firmen un papel diciendo que van a respetar la ley. Eso es evidente.

Otra cosa es que se les obligue a firmar un documento diciendo que van a respetar los "valores de la sociedad holandesa", entre ellos, dicen, la separación entre Iglesia y Estado, la libertad de expresión y la igualdad de género. La igualdad de género debe ser objeto de una ley, al igual que la separación de la iglesia y el estado o la libertad de expresión, no de una difusa consideración de valores.

No se tolerará la intimidación ni la violencia, asegura el gobierno. Por supuesto, pero una vez más, eso ya figura en las leyes holandesas que están obligados a cumplir todos quienes se encuentren en su territorio, sean refugiados, inmigrantes o nativos de siete generaciones.

Los cientos de miles de españoles que emigraron a Alemania o a Holanda en los años 60 no tuvieron que firmar ninguna aceptaciones de "valores alemanes" y holandeses. Seguramente entre esos cientos de miles de españoles de los años 60 había muchos que no compartían la idea de la igualdad de género, que creían que España hacía muy bien en mezclar estado e iglesia y que no entendían ni por asomo la manera de relacionarse entre los alemanes o los holandeses.

Entonces hubiera sido un disparate obligarles a jurar lo contrario. Lo único que se les exigió, como habría que exigir hoy, es el estricto cumplimiento de la ley. De libertad de expresión, de mantenimiento de la religión en el ámbito privado y de respeto total a los derechos de las mujeres. Leyes, no valores.