De los idus de marzo al ciclón de septiembre

Madrid

Con vascos y gallegos a punto de ir a votar, lo hacen en 48 horas, la izquierda española, la vieja y la nueva, anda a garrotazos internos que exhibe ya sin apenas disimulo. Desde luego es toda una innovación electoral. Terminar la campaña dándole leña a los tuyos.

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En el PSOE, Pedro Sánchez anuncia que llevará al Comité Federal del día 1 la propuesta de intentar un gobierno alternativo sin que de momento sus llamamientos a lo que llama las fuerzas del cambio hayan dado frutos y sin aclarar cómo y con quién pretendería gobernar al día siguiente. Sus críticos se quejan de que no habla con ellos y de que les enfrentará ese día a un dilema de hechos consumados. Tampoco aclaran los críticos cuál es su propuesta, más allá de su desconfianza total y pública en el secretario general. La feroz batalla por el poder, a la que venimos asistiendo de forma soterrada desde hace meses, es atronadora ya.

En Podemos, su crisis de crecimiento sigue provocándoles un dolor agudo que sólo se aliviará cuando decidan cuál es la distancia adecuada para relacionarse con el PSOE: el partido que soñaron merendarse y que el 26 de junio se les atragantó. Cuánta proximidad a la casta quema y cuánta consolida y permite crecer. Y como también aquí está en juego el poder en el partido, en lugar de tomar aspirinas han decidido servirse unos a otros cianuro en Twitter.

En el PP, el silencio de los corderos y la escandalera de la izquierda permite a Rajoy caminar sobre las aguas putrefactas que inundan los juzgados. Y en Ciudadanos andan entretenidos redactando la nueva definición de la palabra regeneración.

Los idus de marzo nos dejan este ciclón en septiembre.