La semana que vivimos peligrosamente
La realidad es que este viernes se cumplen ya 290 días sin gobierno y que en Cataluña no es que caminemos hacia el choque institucional, es que ya está aquí
La opinión de Pepa Bueno: 'La semana que vivimos peligrosamente'
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Madrid
Termina hoy una semana en la que las contradicciones irresueltas del tiempo nuevo que vivimos en España han estallado en casi en todas las direcciones. Aunque afectan especialmente a la izquierda y sobre todo al PSOE que trata de distanciarse del bochorno de su comité federal, de haber llevado al partido al límite que vimos y escuchamos cuando la razón cedió el terreno al enfrentamiento visceral. El carácter de Javier Fernández, presidente de la gestora, juega a favor de bajar el tono del encono, imprescindible para cualquier diálogo interno, pero no oculta la realidad de un partido que en el corto plazo tiene que tomar una decisión que los divide profundamente: abstenerse o no ante la investidura de Rajoy. Y asumir que esta decisión puede tener consecuencias en sus débiles gobiernos autonómicos.
Podemos celebra este fin de semana su Consejo Ciudadano al que llega con el evidente enfrentamiento entre sus dos referentes: Pablo Iglesias e Iñigo Errejón. La tensión no puede ser más clásica: volver a las esencias de un partido de izquierda que habla solo para los suyos o abrirse al resto de la sociedad para replicar aquella máxima que ha hecho al PSOE históricamente ganador: ser el partido que más se parece a España. Aunque precisamente la crisis socialista y su virulento desenlace hace seis días puede amortiguar el ruido dentro de la formación morada y aplazar una discusión que sí se mantiene a nivel de sus federaciones autonómicas.
Ha sido la semana en la que el PP ha vuelto a dejar en evidencia que no se para ante nada cuando se trata de conservar el poder o de incrementarlo. Está claro que alguien dio la orden de elevar el listón de las exigencias al PSOE aprovechando que los socialistas estaban en la lona. Y ahora aparece el Rajoy conciliador para decir que no, que con la abstención se conforma. ¿A quién creemos en esta representación: al poli bueno o al malo? No hay que olvidar que en caso de ir a nuevas elecciones la cuestión central será que nadie quiere cargar con la responsabilidad de haberlo provocado.
Pero la realidad es que este viernes se cumplen ya 290 días sin gobierno y que en Cataluña no es que caminemos hacia el choque institucional, es que ya está aquí. El Parlament ha aprobado ya el referéndum para septiembre del año que viene con o sin aval del Estado, y la única respuesta política que se ofrece desde Madrid a los catalanes que no quieren la ruptura es la que dan los tribunales. Y esto no es solo por el vacío de poder, es que el PP sigue sin articular una solución al reto catalán.
Y además el contexto europeo no puede ser más inquietante, y no solo por las exigencias económicas. Una Europa que sigue respondiendo al desafío de los refugiados endureciendo las fronteras. En la que el comisario húngaro Navracsics, comisario de Educación del gobierno europeo, votó “no” en el referéndum en el que se preguntaba a los húngaros si aceptaban las cuotas de refugiados que imponía Bruselas.
Y una Europa que ha visto cómo en sus civilizados pasillos de la Eurocámara dos diputados británicos han resuelto a puñetazos sus diferencias hasta el extremo de mandar a uno de ellos al hospital.
No es un espectáculo aunque algunos lo crean y lo estimulen.