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LA OPINIÓN DE FRANCINO

Gracias, enfermeras

A mí con las enfermeras me pasa como con los maestros: que no alcanzo a entender por qué no tienen más reconocimiento y más reputación

La opinión de Francino: 'Gracias, enfermeras'

La opinión de Francino: 'Gracias, enfermeras'

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Madrid

En alguna ocasión les he comentado las enormes posibilidades que ofrece nuestro oficio, el de periodista, para conocer a personas que valen la pena; que merecen mucho la pena. A lo largo de nuestra vida profesional entrevistamos a gente poderosa, a gente famosa, a gente influyente, a grandes deportistas, banqueros, políticos, escritores, filósofos….y todos te dejan algo, seguro. Pero muy de vez en cuando tenemos además la suerte de toparnos con alguien que directamente te rompe los esquemas.

A mí me ocurrió hace unos meses en Mozambique, en un programa dedicado a la lucha contra la malaria. Allí conocí –allí conocimos- a María José Castro, una enfermera gallega, exprofesora de instituto, que lleva 16 años dejándose la piel en cinco paupérrimas aldeas para mejorar la salud y la educación de sus habitantes.

Bueno, pues resulta que le han otorgado un premio en el congreso de la Asociación de Enfermería Comunitaria, y este que les habla ha ido a burgos esta mañana para entregárselo. Entrega simbólica porque la muerte de uno de sus colaboradores le ha impedido viajar, pero ha sido un honor que me hayan llamado para eso; y una ocasión magnífica para reivindicar el valor de este colectivo, el de las enfermeras. Por cierto, un colectivo que se identifica así, en femenino, enfermeras…aunque esté también repleto de hombres, cada vez más.

A mí con las enfermeras me pasa como con los maestros: que no alcanzo a entender por qué no tienen más reconocimiento y más reputación. Y no lo entiendo porque resultan indispensables, porque son trabajos que no pueden desempeñarse sin una implicación personal, sin una vocación. De hecho, no “se trabaja de enfermera”, “se es enfermera”. Y de la misma forma que nadie ganaría el nobel de literatura sin un maestro –o maestra- en su vida, tampoco se podría realizar un trasplante de riñón –por decir algo- sin el concurso de las enfermeras.

Hoy he pensado que es una buena oportunidad para darles las gracias.

 
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