Loretta Napoleoni: "El Estado Islámico ha ganado hasta medio millón de dólares al día con el tráfico de migrantes"

Madrid

En tres meses, doce rehenes extranjeros del autoproclamado Estado Islámico fueron liberados. Se calcula que los terroristas pudieron ingresar hasta 100 millones de dólares, que destinaron a hacer obras públicas para ganarse el favor de las poblaciones conquistadas, pagar armas y sueldos a soldados del califato.

Loretta Napoleoni, economista y experta en terrorismo, sostiene en una entrevista en 'Hoy por Hoy' que “con el dinero que nosotros hemos pagado, han hecho una inversión en un negocio que es mejor que el de los secuestros, porque tenemos un éxodo que es el más grande desde la Segunda Guerra Mundial". Hoy, el tráfico de migrantes es una fuente más de financiación para la economía del ISIS. Ésta es una de las principales conclusiones de “Traficantes de personas. El negocio de los secuestros y la crisis de los refugiados” (publicado en Paidós), el resultado de una década de investigación de las finanzas de grupos armados yihadistas.

La investigación de Loretta Napoleoni concluye que en verano de 2015, la tasa por mercancía humana que se cobraba previamente a la entrada en Turquía reportó al Estado Islámico del orden de medio millón de dólares diarios. Se trata de una cifra espectacular para las finanzas del ISIS, porque “era superior a lo que ingresaban los terroristas por el tributo sobre el petróleo de contrabando”, subraya la economista italiana.

Paradójicamente, los terroristas consiguen rentabilizar el tráfico de personas que huyen de la guerra, no sólo en Siria, sino también en Libia. En su libro, relata cómo el ISIS ha establecido sus propias normas: “Los barcos que zarpan de las costas libias que están bajo su control sólo pueden transportar un máximo de 120 personas a bordo. Antes de permitir que esas embarcaciones se hagan a la mar, miembros del ISIS las comprueban una por una, asegurándose de que no se sobrepasa el número. Los traficantes pagan al ISIS un 50% de sus beneficios, a cambio del derecho de navegar. En 2015, ese impuesto generó unos 20 millones de dólares por cada mil migrantes”.

La situación es tan endiablada que para un sirio resulta más seguro y más barato huir por una zona tan peligrosa como la controlada por el Estado Islámico. La lógica es sencilla porque quien domina la zona impone el tributo. Napoleoni lo explica así: “Cuando se viaja por regiones donde hay varios grupos o señores de la guerra se pagan muchos más impuestos, en la zona controlada por el ISIS, uno”.

Italia es el país que paga los rescates más generosos. El ejemplo más reciente tuvo lugar hace año y medio: Italia pagó 13 millones de dólares para liberar a dos cooperantes italianas. Las cifras que desembolsa España, según Loretta Napoleoni, está en la línea de las cantidades que manejan países como Alemania: cuatro o cinco millones de euros.

Ella evita entrar en el debate de si hay que pagar o no rescate, pero sí apunta a que hay estrategias mejores que otras: “Yo creo que la estrategia mejor es la de las organizaciones humanitarias, donde no se paga el dinero que piden los terroristas”. Por tanto, el debate no es tanto si hay que pagar o no, sino quién. Insiste Napoleoni en que cuando pagan las familias o las ONGS las cifras son menores, mientras que cuando entran los gobiernos las sumas se disparan.

Esta investigadora italiana ha conseguido entrevistarse con negociadores que subrayan el papel de países como Turquía y Catar, que tuvieron un papel destacado en la liberación de los periodistas Ángel Sastre, Antonio Pampliega y José Manuel López. Estos países son fundamentales porque los secuestradores no contactan con los gobiernos; prefieren utilizar negociadores que trabajan con países que han financiado movimientos yihadistas en Oriente Medio: “A veces el dinero se mueve directamente desde Catar y luego los gobiernos lo dan a ese país por otros métodos que no conocemos, como la ayuda económica”, resume Napoleoni.

“Más de un periodista me ha confesado que asume mayores riesgos gracias a esa seguridad de que, si lo secuestran, Italia lo rescatará”, dice Napoleoni, que reflexiona sobre algunos de los errores más frecuentes de los informadores en Siria. Critica que haya periodistas que confiaran sus vidas a “grupos de insurgentes”. Esos reproches alcanzan a los reporteros españoles Javier Espinosa y Ricardo García Vilanova: “Justo antes de marcharse, su intérprete les había advertido de que los yihadistas pagaban hasta 100.000 dólares por los periodistas extranjeros”. Tampoco escapan de la crítica Antonio Pampliega, Ángel Sastre y José Manuel López. Un negociador que concedió una entrevista a la investigadora italiana citó dos errores de los españoles. El primero, haber recurrido “a un guía que ya no era de fiar porque ya no tenía los contactos adecuados que pudieran garantizar la protección en la zona”; y el segundo, “creer que era suficiente pagar a unas personas para que les protegieran”.

Para Napoleoni, se trata de periodistas que - con la buena voluntad de informar sobre el conflicto - tuvieron el Síndrome de Hemingway, querer emular al escritor estadounidense en la Guerra Civil española. La realidad que les recibió fue otra y concluye: “Muchos de los periodistas extranjeros fueron secuestrados por organizaciones que luchaban contra Asad, pero que los vendieron a organizaciones yihadistas”.