A la búsqueda del tiempo perdido

Madrid

Además del tradicional eje derecha-izquierda y del arriba-abajo que proponen los partidos nuevos se manifiesta con mayor claridad cada día un tercer eje: hoy-ayer, que enfrenta a los que aceptan los desafíos del presente y los que suspiran por un retorno al pasado.

La catástrofe del 2008 junto a la globalización y a las corrientes migratorias ha expandido un profundo sentimiento de nostalgia por lo que el viento se llevó. Un mundo en el cálido seno de la patria de siempre, de las costumbres de siempre, de las hegemonías de siempre (raza blanca, varones...), en el más confortable de los mundos: el del pasado idealizado.

Una actitud a la que cabe imponer un reproche implacable: la búsqueda del tiempo perdido es algo muy literario pero imposible y cobarde. Y es un lastre para avanzar en la única lucha verdadera que se libra hoy con las tensiones de hoy en el mundo de hoy.

Pero hay algo peor: se plasma en políticas reaccionarias que desandan caminos recorridos con gran esfuerzo y destruyen conquistas humanas y sociales de la máxima importancia.

Donald Trump no es un disparate inocuo. El nombramiento de Steve Bannon como jefe de estrategia lo demuestra porque todo lo que Bannon ha dicho, dice y desea hacer es sencillamente fascismo.