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XII Legislatura

La nueva legislatura: cuando no sabes cómo te acostarás (ni con quién)

A la inestabilidad y la minoría del PP se suman los cambios de última hora que hacen la política imprevisible hasta para los políticos

El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy. / SUSANA VERA Reuters

Madrid

"Como esto sea así toda la legislatura, pido el traslado a otra sección", soltó un cronista parlamentario de los más veteranos antes de que se reuniera la comisión de Exteriores, la que iba a presidir Jorge Fernández Díaz hasta que, en la misma puerta y cinco minutos antes de la hora convenida, el PP anunciara el aplazamiento porque acababa de quedarse solo. De sorpresa en sorpresa, el primer pleno en el Congreso con el Gobierno constituido adelanta los tics esquizofrénicos de la legislatura, en la que convendrá no dar nada por hecho hasta haberlo visto. Incluso hasta a haberlo visto por escrito, que abundan las rectificaciones sobre la marcha y cada vez se fían menos unos de otros.

Cuando empezó la semana, el PP sabía que el Congreso tramitaría la proposición para bloquear la ley de Educación. Pero al verse en minoría y comprobar allí mismo el alcance político de esa imagen, tuvo que improvisar una respuesta política. Una oferta para que no pareciera que estaban solos. El ministro del ramo y nuevo portavoz, Íñigo Méndez de Vigo, tendió la mano a las comunidades autónomas para llegar a un pacto educativo. Insistió ante los periodistas en que la aprobación del Congreso no tendría efectos jurídicos porque la LOMCE sigue en vigor, pero era ya consciente de que su ley está en fase terminal.

Cuando empezó la semana, el PP pensaba que su exministro del Interior presidiría la comisión de Exteriores. Se opuso Podemos y, a última hora y a remolque, se opuso también el PSOE, que había dicho varias veces que no pondría pegas al nombramiento. El Gobierno tuvo que buscar un sitio para Jorge Fernández Díaz y lo encontró, por la puerta de atrás, en la más discreta comisión de Peticiones. El PP se quejó de la supuesta "cacería" contra el amigo de Mariano Rajoy y constató ese martes que no puede hacer muchos planes, porque las circunstancias cambian como nunca antes.

Cuando empezó la semana, el PP tenía un acuerdo con el PSOE para que se firme un pacto contra la violencia de género, que sigue dejando víctimas en España. Al final, vio que ese texto recibió el apoyo de las Cortes. Apoyo unánime en uno de los parlamentos más fragmentados.

Cuando empezó la semana, el PP ya había calculado la dificultad de gobernar en solitario y con menos escaños que cualquier gobierno español en democracia. Luego vio que una cosa es calcularlo y otra sufrirlo: tener que negociar contrarreloj y dispuesto a ceder en aquello que se comprometió a mantener. Lo ha visto el PP y lo irán viendo seguramente las demás fuerzas. La semana que hemos vivido es la primera de las semanas que vendrán, en las que ellos quizá calculen cómo acabarán aunque no sabrán hasta el final del día cómo lo acaban y con quién.

 
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