Hay periodismo o no lo hay

Madrid

Mark Zuckerberg, fundador de Facebook, anuncia un plan para evitar la propagación de noticias falsas en su red social. Zuckerberg evita el sintagma “noticias falsas”. Prefiere hablar de “desinformación”. Como siempre, en la elección de las palabras está el problema: si el propio Zuckerberg cree que “desinformación” es algo más suave que “noticias falsas” tiene un problema él y lo tenemos los usuarios. Porque lo contrario de la información no es la desinformación, sino la mentira. Del mismo modo que en muchas ocasiones lo contrario de la verdad no es la mentira, sino el delito.

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La mentira, como se fabrica a la carta, tiene más repercusión que la verdad. Ejemplos: El Papa emite un comunicado para apoyar a Donald Trump, dos jóvenes negros matan a un simpatizante de Trump, Hillary vendió armas al ISIS y probablemente la que más daño hizo de todas: Bill Clinton mantiene una relación con Yoko Ono. ¿Cómo no vas a pinchar?, ¿cómo no vas a compartir eso? Quizás Zuckerberg confíe en la inteligencia y en el criterio de sus usuarios, pero tener una herramienta tan poderosa exige, como a los superhéroes, una gran responsabilidad. Siempre que los usuarios tienen poder, confiar en su inteligencia y criterio es ponerles un gatillo en la mano.

Hay voces que reclaman responsabilidad editorial a Facebook. Que le recuerdan que está en el mismo negocio que los medios. Y una columnista del ‘Washington Post’, Margaret Sullivan, ha pedido la contratación de un editor jefe. Zuckerberg inventó un mundo nuevo, y como a todos los mundos nuevos le corresponde ahora detectar los pecados. Por eso es importante saber que no hay buen periodismo y mal periodismo: hay periodismo o no lo hay.