La miserable utilización de la muerte de Rita Barberá

Madrid

Qué espectáculo lamentable hemos tenido que aguantar de unos y otros tras la repentina muerte de Rita Barberá. Como hienas ante la carroña, varios dirigentes populares lucieron la peor de sus caras para intentar sacar provecho político de la triste noticia. Qué fea exhibición de impudor y encanallamiento.

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Desde el ministro de Justicia Catalá, un killer que luce de moderado, que tuvo la desfachatez de mencionar la conciencia de los demás, a Celia Villalobos que ha culpado a la prensa del infarto. Y no nos olvidemos de Aznar, que con su mezquindad habitual ha aprovechado para propinar un pellizco de monja a quien él mismo nombró con su dedazo.

Ellos, precisamente ellos, que un día llenaron a la ex alcaldesa eterna de Valencia de vergonzantes piropos y alabanzas sonrojantes, empezando por el propio presidente Mariano Rajoy, que un día gritó, "Rita, eres la mejor", y que después la abandonaron como a un apestoso juguete roto, con los jóvenes leones del PP clamando por su expulsión, y algún ex ministro zafándose del saludo, que su sola presencia contaminaba.

Tampoco nos olvidemos de Podemos y su abandono del hemiciclo durante el minuto de silencio, indigno aprovechamiento para presumir a mayor gloria de su prístina honradez. ¿Eso era un homenaje? ¿Quiénes respetaron ese humano silencio eran cómplices de la corrupción? ¿Es eso lo que querían decirnos?

Cuánta miseria, cuánta desvergüenza.