Marte

Madrid

Y mientras, conocemos cómo lo imaginaron algunos de los más grandes creadores de la literatura y del cine. Así, Ray Bradbury imaginó un planeta tranquilo, con unos marcianos en vías de extinción, que acogía una colonia de terrestres en sus "Crónicas marcianas". El propio Jacinto escribe: "Arthur C. Clarke, patriarca del sector más científico de la ciencia-ficción, también ha estado en Marte. En 1951 se posó con la nave Ares junto a Puerto Lowell, la capital del planeta ya colonizado, en Las arenas de Marte (Edhasa). La novela narra las tensiones entre la colonia y la Tierra, un asunto muy frecuente que lsaac Asimov, por ejemplo, ha tratado en A lo marciano (Martínez Roca), y presenta un proyecto de "terraformación" para hacer de Marte un lugar más favorable a la vida humana. Pese a su espíritu científico, Clarke no renuncia a la poesía (`colinas carmesíes en el borde de la llanura esmeralda´) ni al placer de retratar marcianos autóctonos: son marsupiales herbívoros y parece importarles un pimiento la presencia de los humanos".

No nos olvidamos, claro está de esos marcianos malos, malísimos que se han propuesto a lo largo de la Historia (de la literatura, del cine) eliminarnos de la faz de la Tierra. No nos olvidamos de los marcianos pop con sangre de blandiblub que Tim Burton imaginó en Mars attack. Ni de los monstruos mecánicos en los que Spielberg convirtió a los extraterrestres de La guerra de los mundos de H.G.Wells. 

Por último, nos preguntamos qué posibilidades de sobrevivir tendría alguien que sufriera los mismos avatares que el protagonista de MarteThe Martian) de Andy Weir, que llevó al cine Ridley Scott. Daniel Mediavilla, periodista de Materia, nos ayuda a responder esas preguntas.