La evidencia de la división

Madrid

Si podemos ha llegado para quedarse, si podemos ha llevado a los parlamentos el destilado político del descontento ciudadano, si podemos es hoy un actor indiscutible de la política institucional... lo que ocurra en podemos nos debe interesar porque lo que suceda con podemos en cierta forma nos estará sucediendo a todos.

Lo que hoy vive podemos es algo más que una discusión orgánica, es mucho más que un combate personalista o que un choque de ambiciones. El manifiesto presentado por Íñigo Errejón y los suyos y al que ya se han sumado más de 2000 personas no es la escenificación de una discrepancia sino la evidencia de una división que supera la discusión sobre la manera de elegir los órganos del partido. Lo que enfrenta a Iglesias y Errejón es el futuro.

Podemos tendrá que decidir en Vistalegre si opta por la estrategia de su secretario general e intenta aumentar su base electoral entre la clase plebeya o si, como teme Errejón, esa es una apuesta adelgazante que solo servirá para separarse de una parte de sus votantes. Podemos deberá aclarar si asume riesgos, como quiere Pablo Iglesias, y acaba pareciéndose más a lo que fue izquierda unida para no parecerse al PSOE o si, como pretende Errejón, enfoca hacia otras capas de la sociedad antes de que el partido socialista se rearme. Podemos, en resumen, tiene que apostar por un camino hacia el futuro que algunos creen que puede acabar siendo un regreso al pasado. Y para evitarlo, este viernes se ha lanzado ese manifiesto titulado recuperar la ilusión, democracia para ganar... convertido en una especie de báscula con la que medir el peso de ese sector que hoy acusa a iglesias de espasmos autoritarios.