José Enrique Campillo: "No tuvimos cerebro hasta que la hembra pudo parirlo"
Juan José Millás charla con el autor de 'La cadera de Eva' sobre el importante papel de la muejer en la evolución humana
Madrid
Hace mucho tiempo que el hombre dejó de parecerse al mono, pero tuvieron que pasar una serie de cambios evolutivos muy importantes para lograrlo. Juan José Millás ha puesto el foco esta semana en la evolución física de la mujer y en ese momento en el que los humanos comenzaron a copular de frente en la prehistoria. La cadera de Eva, el libro de José Enrique Campillo sobre el papel de la mujer en nuestra evolución, ha sido la fuente de inspiración de Millás para escribir su columna El domingo en El País y para tratarlo en Hoy por hoy con Macarena Berlín. El autor del libro ha sido el invitado de Millás en su hora de radio.
La hora de Millás (9/12/2016) - La cadera de Eva
26:09
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El doctor y catedrático de fisiología de la Universidad de Extremadura, reivindica a través de su libro el papel de la hembra humana en la evolución de nuestra especie. "Sin su contribución estaríamos, quizás, trepando unos árboles comiéndonos una banana, comentaba. Porque fueron las modificaciones que sufrió el organismo femenino las que, según Campillo, pudimos evolucionar.
Juan José Millás se quedó fascinado al leer el momento en el que los humanos adoptaron la postura erguida, cambio por el cual pudo permitirle mantener relaciones sexuales cara a cara porque los genitales de ambos sexos se desplazaron hacia delante. Para Millás este momento supuso un primer encuentro amoroso entre los humanos. Para Campillo supone además un cambio físico muy importante que distingue al aparato sexual femenino del de las monas, por ejemplo.
El hombre, sin embargo, también contribuyó a la evolución con un único cambio, y es que perdió el hueso peneano o báculo que todos los animales poseen. Desapareció, precisamente para poder adaptarse a los genitales de la mujer.
Otro de los elementos evolutivos que favoreció la bipedestación fue el desarrollo del cerebro. "No tuvimos cerebro hasta que la hembra encontró la forma de parir esa cabeza tan grande", apuntaba Campillo. Aún así, el parto humano, dice el doctor, es prematuro a escala zoológica, porque el bebé depende de sus padres durante su infancia.
Los cambios físicos que sufrió la mujer también contribuyeron a que apareciese la figura de las abuelas. Con la el abandono de la fertilidad o menopausia, las mujeres podían ayudar a sus hijas a criar a sus nietos.
La forma de exibir físicamente sus genitales también afectó a la época de celo. "La única hembra que escapaz de ocultar su periodo fértil es la hembra humana", explicaba.