El último payaso de Alepo

Beirut

Anas al-Basha, el payaso de Alepo, falleció el pasado 29 de noviembre en plena ofensiva. Un bombardeo aéreo, según cuentan los activistas y servicios de rescate que trabajan en las áreas controladas por la oposición, sesgó la vida de este joven de 24 años.

Al-Basha era el director de 'Espacio para la Esperanza', una de las muchas pequeñas iniciativas que han emergido en la conflictiva siria tras más de cinco años de conflicto. Antes del conflicto, era un estudiante universitario en la facultad de la ciudad, pero tras descubrir que su nombre estaba en una lista gubernamental y decidió cruzar a la zona opositora. Desde 2013, se disfrazaba de payaso y buscaba entretener a los niños que vivían la en la mitad oriental de Alepo, tras darse cuenta que no había actividades para los más pequeños.

Unos niños que apenas pueden ir a la escuela, en un área donde las necesidades más básicas como el agua, la comida o la atención médica  escasean, y que tienen que vivir desde hace años con el bombardeo diario, la muerte de personas cercanas, la constante inseguridad, con toda las consecuencias psicológicas que ello supone. Unos niños pequeños que en muchos casos no han conocido la paz, ya que la ciudad quedó dividida en el verano de 2012 tras una ofensiva de la oposición.

Pero dos meses antes de morir, Anas dejó de realizar las actividades debido a la intensidad de la violencia. Los barrios bajo control opositor se encuentran bajo asedio desde el pasado mes de julio, cuando las fuerzas progubernamentales tomaron el control de la única carretera que conectaba la mitad oriental con los otros territorios bajo control de los sublevados.

Ofensiva para recapturar Alepo

El fallecimiento de Anas al-Basha llegó en la última fase de la ofensiva gubernamental para recapturar los barrios, un ataque que ha sorprendido a los grupos opositores y ha permitido al ejército realizar los avances más importantes desde 2012.

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La situación en los barrios opositores es catastrófica. A diario caen miles de bombas, lanzadas desde los aviones o por la artillería gubernamental. Los relatos que llegan desde ahí son de familias que ahora mismo no tienen casi con qué calentarse ante la reciente bajada de temperaturas, hay escasez de alimentos, falta el agua potable con el que hervir el arroz o la pasta, y los servicios médicos trabajan en condiciones muy precarias.