Ejercicio de crueldad

Madrid

Nadie parece prestar mucha atención a lo que sucede en Australia. Están lejos y parecen ricos y felices. Pero según ha publicado el New York Times, la crisis de los refugiados en el mundo no ha conocido mayor ejercicio de crueldad que el que lleva a cabo el gobierno de Australia, convirtiendo diminutas y remotas islas, corroídas por la miseria, en cárceles donde abandona a quienes no quiere recibir en su inmenso país. Les llaman Offshore Processing Center, algo así como “centros extraterritoriales de procesamiento”, con ese lenguaje que ya hace furor en todo el mundo y que no designa cosas, sino solo mentiras,

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El reportaje, escrito por un horrorizado periodista que se llama Roger Cohen, cuenta la historia de los 900 personas, kurdos, somalíes, afganos, sirios, iraquíes, que pretendieron refugiarse en Australia y que están encerrados, desde hace más de tres años en la pequeña isla de Manus, en el remoto archipiélago de Papúa Nueva Guinea. Otros mil, más o menos, han sido enviados a la diminuta isla-nación de Nauru. Uno de los refugiados se prendió fuego el año pasado, incapaz de soportar más el abandono y la angustia de su isla-cárcel, pero nada parece conmover al gobierno australiano. Hasta el gobernador de Manus se muestra indignado: se suponía que los dejarían aquí poco tiempo y que, a cambio, construirían carreteras, explica. Pero les han tirado aquí y aquí se han quedado.

Exactamente. Tiran a las personas en lugares inverosímiles y se olvidan de ellas. La Corte Suprema de Papua Nueva Guinea sentenció que hay que acabar con esa detención ilegal. Pero el gobierno australiano respondió que ninguno de esos refugiados ira a Australia. Total, son unas dos mil personas, que se pudran. Ellos seguirán siendo ricos y felices.