El machismo mata
Tres asesinatos, tres, en 48 horas. Así que habrá que recordar una vez más que las matan porque las consideran suyas, suyas ellas y sus vidas, su libertad y sus proyectos, su cuerpo y su voluntad
Pepa Bueno: 'El machismo mata'
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Madrid
Tres mujeres asesinadas en 48 horas en España vuelven en enfrentarnos a la desigualdad de género y su expresión máxima, que son los crímenes machistas. Tres mujeres que han perdido la vida a manos de sus parejas o ex parejas. Tres mujeres muy distintas y tres hombres muy diferentes. La violencia machista no conoce clases ni edad.
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Cuando se repiten los crímenes corremos el riesgo de que se nos agoten las palabras, o que nos suenen gastadas. Tres asesinatos, tres, en 48 horas. Así que habrá que recordar una vez más que las matan porque las consideran suyas, suyas ellas y sus vidas, su libertad y sus proyectos, su cuerpo y su voluntad. Y habrá que repetir una vez más que detrás de la violencia machista está la desigualdad de todo tipo que hoy todavía viven las mujeres. De manera que no hay pacto de Estado que combata con eficacia los asesinatos que no pasen por intentar romper todos los techos de cristal y todas las brechas:
En los salarios dispares por el mismo trabajo; en la diferente representación política; en el ascenso en las empresas o en las instituciones; en los libros que ignoran la historia de la mitad de la humanidad; en la publicidad que nos cosifica; en los juguetes que reproducen estereotipos en versión 3.0; en la sobrecarga de los encuentros navideños sobre los hombros de las madres, las hermanas o las hijas; en el chiste casposo sobre las mujeres jóvenes, en el comentario condescendiente sobre las mujeres mayores; en las canciones, los libros, las películas de hoy, de ahora mismo, llenas de héroes masculinos y de sufrientes o brujas coprotagonistas femeninas; en el ambicioso que triunfa por méritos propios y la ambiciosa que medra por razones sospechosas; en el hombre que manda y la mandona que atosiga; en el control por el teléfono móvil, en el ”cariño, uno de los dos tiene que bajar el ritmo de trabajo para atender a los niños”; en la presión insoportable que se ejerce sobre las que no quieren ser madres, ni emparejarse ni formar una familia…
Todo esto alimenta al vecino educado, al amigo encantador, al hermano cariñoso, al compañero cumplidor que un día mata a su mujer o a la que ha decidido dejar de serlo en un gesto de autonomía personal que él no concibe.
De esto hablamos cuando hablamos de la desigualdad que se ha llevado por delante este fin de semana las vidas de Ana María, Elena y Carmen. Porque el machismo mata.