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ENCICLOPEDIA CURIOSA DEL CINE

La historia de Rasputín según el cine

Entre largometrajes y películas para televisión Rasputín aparece en casi 80 producciones. Repasamos su vida cuando se cumplen 100 años de su muerte.

R.P.

Madrid

Películas de terror como “Rasputín el monje loco”, interpretada por Christopher Lee; históricas como “Nicolás y Alejandra”; de dibujos animados como “Anastasia” o incluso comedias españolas como “La daga de Rasputín”, protagonizada por Antonio Resines y Jesús Bonilla. En todas ellas aparece este sinuoso personaje. Otra de las más famosas fue “Rasputín y la Zarina” con Lionel Barrymore en el papel del monje.

'Sucedió Una Noche' (25/12/2016): Rasputin, 100 años de su muerte

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Gregori Rasputín nació en un pequeño pueblo de Siberia en 1869. Nunca fue al colegio y era analfabeto. Fue un joven embrutecido al que a menudo acusaban de robar caballos y se pasaba borracho la mayor parte del día. Pero todo cambió en 1892. Rasputín dejó su aldea e ingresó en un monasterio. Allí entró en contacto con una secta cristiana conocida como los flagelantes. Sus miembros creían que para llegar a la fe verdadera hacía falta el dolor.

En esta secta el sexo y las orgías eran habituales y eso explicaría la notoria vida sexual que Rasputín tuvo en años posteriores. Rasputín estaba convencido de que sus pecados le acercaban más a Dios.

A su regreso a casa el siberiano se hizo muy popular en la región al proclamar que la Virgen María se le había aparecido. Pronto se hizo con un pequeño grupo de seguidores. Rasputín decía tener poderes curativos. Se le consideraba un místico, podía predecir el futuro y conocía las técnicas de la hipnosis. Tenía unos ojos azules muy claros y una mirada penetrante; era alto y huesudo y hablaba siempre de forma ambigua como si fuera un oráculo.

La historia de Rasputín según el cine

Tras más de una década predicando, su reputación había llegado a San Petersburgo, la capital de Rusia. En 1903 la vida del hijo del zar corría peligro. Era hemofílico y los médicos no sabían cómo cortar las hemorragias de unas heridas que tenía en la pierna. Recomendado por una dama de honor de la zarina, Rasputín hizo su entrada en palacio. Puso sus manos sobre el niño y comenzó a rezar. Algunos dicen que utilizó la hipnosis, otros que fue un milagro de Dios, pero lo cierto es que el muchacho se curó. Gracias a aquella curación Rasputín se ganó el favor de la familia real y se convirtió en un habitual de la corte. El Zar tan solo le toleraba, pero la Zarina creía ciegamente en sus poderes y se convirtió para ella en una especie de asesor para todo. Y no solo se ganó el favor de la familia real, sino que buena parte de la aristocracia se rindió también a él. Rasputín ejercía una atracción magnética sobre las mujeres de la nobleza porque, a pesar de moverse ahora en palacios, Rasputín no había abandonado su vida disoluta.

Poco a poco Rasputín se fue volviendo cada vez más poderoso e influyente. Participaba en los nombramientos políticos e incluso durante la Primera Guerra Mundial le consultaban decisiones militares. Su poder le granjeó el odio de parte de la nobleza que veía en él una amenaza a sus privilegios y los revolucionarios que por entonces agitaban Rusia le retrataban como un chiflado manipulador de la familia real.

Finalmente, varios nobles organizaron un complot para asesinarle. El plan consistía en atraerle a casa de uno de ellos y allí ofrecerle vino y pasteles envenenados. Rasputín, en efecto, acudió y comió los pasteles, pero no murió.

El príncipe Yusupov le pegó un tiro a bocajarro y le remató golpeándole con un hierro en la cabeza. Mientras se preparaba para llevarse el cadáver Rasputín, súbitamente, se levantó y salió huyendo. Los conjurados le persiguieron hasta el jardín y allí le dispararon varias veces más. Por si acaso, ataron su cadáver con cadenas y le arrojaron a las heladas aguas del río Nevá. Curiosamente en la autopsia se descubrió que no había muerto por las balas o el veneno, sino ahogado en el río.

Poco antes de su muerte Rasputín le había hecho una profecía a la Zarina. 18 meses después de su asesinato, el Zar Nicolás y toda su familia fueron fusilados por los bolcheviques. El cuerpo de Rasputín fue desenterrado y, según algunos, quemado hasta convertirlo en cenizas, pero, según otros, fue escondido por sus seguidores.

Hoy en día en el museo erótico de San Petersburgo se exhibe como gran atracción el pene de Rasputín. Una gigantesca verga de 30 centímetros de longitud metida en un frasco de formol. Curioso final para uno de los personajes más enigmáticos y siniestros del siglo XX.

 

Elio Castro

Elio Castro

Licenciado en Historia del Arte y Máster en periodismo por la Universidad Autónoma/El País. Periodista...

 
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