Contigo dentroContigo dentro
Ocio y cultura

Con sexo propio

La Tana tuvo una primera vez para todo. Hasta para descubrir lo que tenía entre las piernas y saber qué hacer con aquello.

Getty Images

Madrid

La primera vez que me miré con detenimiento mi sexo tenía más de quince años. Había que intentar que aquel tampón entrara hasta el fondo y retuviera la hemorragia típica de una primera menstruación. Sola en el cuarto de baño, con las piernas abiertas y mirándomelo a través de un espejo. Las incursiones entre mis piernas hasta entonces, se habían limitado a restregones más o menos intensos siempre en la más absoluta intimidad. Y me extrañó sobremanera que a alguien pudiera excitarle aquello.

La primera vez que me vieron desnuda me morí de la vergüenza. Me acosté con quien quise sin que volviera a pasar nunca jamás. Fue a otro, al que ya me dio tiempo a amar como se ama a los diecisiete, con el que aprendí a perder la compostura y a querernos como para no parar de follar. No tuve la suerte de nacer con un sexo masculino, algo que permite que todos los hombres se conozcan de cabo a rabo. Para una mujer siempre es más difícil aprender, improvisar y seguro que es por eso por lo que tardamos tanto en perfeccionar.

Aprendida la teoría, impongamos la práctica. No va a quedar otra que caer una y otra vez en la desventura de tener amantes de pacotilla, de enamorarnos de alguien de quien no debamos, de follar con alguno que ni nos merezca. Levantémonos cuando nos explote en la cara la realidad más absoluta y volvamos a brindar pro la cándida adolescencia. Esa que permitió que la primera vez que vinos lo que teníamos entre las piernas no supiéramos qué hacer para que excitara solo con su firme presencia.

 
  • Cadena SER

  •  
Programación
Cadena SER

Hoy por Hoy

Àngels Barceló

Comparte

Compartir desde el minuto: 00:00