Día de despedida y de estreno

Madrid

 Día de despedida y de estreno. Obama se va; después de mi elección se hablaba de una América posracial, pero, dice con dolor, esta visión nunca ha sido realista. Hay que salir de nuestras burbujas. Hay que salvar la democracia. Hay que buscar la fe de nuestros fundadores para que haya sitio para todos, no sólo para algunos. Horas después, confirmando los peores presentimientos de Obama, se estrenaba Donald Trump: una conferencia de prensa bronca, negando la palabra a los periodistas deshonestos, y confirmando en el estilo y en los hechos lo peor de su campaña: muro con México, supresión del Obama Care, proteccionismo económico y matonismo universal. Los que pensaban que el peso de la púrpura calmaría a Trump que abandonen toda esperanza.

Junqueras y Sáenz de Santamaría liquidan cualquier opción de referéndum pactado, la fiscalía aprieta a los tribunales contra el soberanismo. La sospecha se confirma: la operación diálogo va directa a la suspensión de la autonomía. Salvo que la CUP se cargue los presupuestos catalanes y unas elecciones anticipadas sirvan para aplazar el envite un tiempo más.

Ahora resulta que el Trump español estaba en el fútbol y se llama Piqué. Ajeno a la política de los directivos de su club, el jugador aspirante a futuro presidente, ha decidió desafiar al establishment futbolístico, del qué él forma parte, por supuesto, y conectar con las pasiones, las incertidumbres y lo miedos del barcelonista medio. Que tiemblen Bertomeu, Florentino, Tebas, Infantino y todo el poder futbolístico.