Mañana sale

Madrid

La verdadera regla de oro de la política internacional y de la vida es que el que puede hace lo que quiere. No es cinismo, es conocimiento empírico. Putin invadió Crimea porque pudo; China o Arabia Saudí pisotean los derechos humanos porque pueden; Israel incumple las resoluciones de Naciones Unidas porque puede.

Es bueno tener presentes estas obviedades ahora que Trump se dispone a ocupar la Casa Blanca. Ningún organismo mundial va a frenar sus iniciativas. Y por eso nos asustan sus bravatas sobre China, su desprecio a la Unión Europea, su desinterés por la OTAN -para alegría de Moscú- o sus brumosas alusiones a Irán.

La única fuerza que puede sujetar a Trump es el Partido Republicano, si le raciona su apoyo, pero tardará en hacerlo. Abriolado por el carisma de la Presidencia, a partir de la propia solemnidad de mañana en la explanada del Capitolio, y por un arranque de mandato que seguramente lanzará pronto sus medidas más populistas, Trump dispondrá de un plazo con gran margen de maniobra, y luego echémosle un galgo.