¿Por qué le ganó Federer a Nadal?
Un paseo por los motivos que dieron el trofeo al suizo, el partido no se pareció a ninguno de los anteriores
Es verdad que era un partido que habíamos visto 34 veces antes, que los protagonistas estaban muy vistos y se conocen casi como si fueran primos. Todo eso es verdad. Pero este partido nunca lo habíamos visto antes, por lo menos de esta manera. No jugaron el 1 contra el 2, no jugaron los dominadores infalibles del circuito como en 2009, jugaban dos tenistas más humanos que nunca y con el mayor miedo a perder de sus carreras.
El decorado en sí parecía el mismo de toda la vida, pero los materiales eran distintos. Federer entró en el partido como el que se salta la cola de carnicería y pide un chuletón de buey de dos kilos mientras los demás miran atónitos lo irreverente de la maniobra. Roger se saltó todos los códigos del tenis y estableció las normas del partido según su criterio, y sobre todo, según su conveniencia.
La regla de oro impuesta por Roger era sencilla, estaba prohibido ver tres derechas seguidas de Rafa Nadal. Antes que eso, a las malas fallar y a las buenas golpe ganador. Así el helvético siempre mandaba, incluso cuando hubiera que tirar una bola a la red.
Otro cambio que no se percibe a primera vista repara en la pista. La superficie de la Rod Laver Arena no era este año esa pista generosa con los cuadriceps, la pelota resbalaba más y botaba más bajo, obligando a los jugadores a flexionar un poco más y acortar los golpes. Y lo más importante, admitía peor los golpes liftados, la criptonita de Roger Federer durante toda su carrera.
Punto SER y Partido: Cinco motivos para estar ilusionados con Nadal (17/01/2017)
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Y aquí viene el motivo más grande. Federer se olvidó del pasado, se abstrajo de cualquier temor que convertía su revés en un manojo de nervios cada vez que enfrentaba a Nadal. Fue capaz de meter ese revés en un Caballo de Troya y hacerlo cruzar la red constantemente, hasta convertir su punto débil en un martillo pilón.
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Ganó Federer porque ganó con la determinación de saberse ante quizás su última oportunidad y ante la ocasión de maquillar un rivalidad que ha sido su pesadilla en gran parte de su carrera. En definitiva, como ha dicho Nadal, "ganó Roger porque fue un poco mejor".