Ser civilizados, según Rajoy

Madrid

La Corte de Apelaciones de Estados Unidos ha empezado a deliberar ya para decidir si rehabilita el decreto xenófobo de Donald Trump o si lo mantiene suspendido como decidió el juez de Washington. Es un asunto fundamental de respeto a la legalidad, de respeto a los derechos humanos y que configurará las relaciones internacionales en los próximos años: si se abre la veda o no a que un país, y no uno cualquiera sino el más poderoso, con mayor capacidad coercitiva de todo tipo, criminalice a seres humanos por el hecho de haber nacido en un país con el que no tiene negocios y que practica determinada religión. Esto es lo que está en juego.

Y si hacemos caso a la nota que el Palacio de la Moncloa ha enviado esta noche a los medios, esto, ese asunto capital no figuró en la conversación telefónica de 15 minutos que anoche mantuvieron Rajoy y Trump, la primera desde que el magnate está en la Casa Blanca. Según esa nota, Rajoy se habría ofrecido de interlocutor ante medio mundo, ante América Latina, Europa, Oriente Medio y el Magreb. Bien, y ¿qué va a decirle el interlocutor español a los sirios o mexicanos que no pueden entrar en Estados Unidos por decisión unilateral de su presidente?

No se deben frivolizar las relaciones con Estados Unidos, estratégicas por muchos motivos obvios para un país como España. Pero justamente porque no se puede frivolizar esa relación, no se pueden obviar tampoco los asuntos incómodos, sobre todo cuando no se trata de una mera discrepancia sobre algún asunto bilateral. Se trata de elegir en qué lado del mundo quiere estar uno y quiere poner a su país cuando la barbarie llama a la puerta.

Ayer murió el pensador Tzvetan Tódorov que explicó bien clarito cuando recogió el Premio Príncipe de Asturias de las Ciencias Sociales en el año 2008 en qué consiste ser civilizado. Pregunta para Rajoy: ¿dónde quiere colocarse él y dónde quiere colocar a España?