El canto de Rosario de la Aurora, historias que enganchan por la profundidad de sus letras

Madrid

Entramos en la sala Búho Real, localizada en pleno corazón de Madrid. Un pequeño bar de luz tenue que nada más entrar te hace sentir como en casa. El camarero nos sirve entre bromas nuestros pedidos y tomamos asiento en unas mesas que acogen con mimo el escenario. Junto a él, al escenario, se abre una pequeña puerta y sale ella: Rosario de la Aurora.

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Lo que más llama la atención de ella a primera vista es su mirada. Unos ojos oscuros pero dulces que se clavan en tu pupila buscando tu empatía y cercanía. Tiene una de esas miradas que incomodan a algunos y reconfortan a otros. Tampoco pasamos por alto su vestimenta, cortesía de su mano derecha (Cati Pensado): medias de rejilla, falda de tubo, corsé negro y una diadema de flores rojas que resalta entre su pelo negro. Su nombre real es Lucía Figueroa aunque ella, al hablar, siempre hace referencia a su personaje y nombre artístico... Rosario de Aurora.

Es el amor, en su sentido más amplio, es el centro de su inspiración. El romance, el enamoramiento, el amor platónico, el ideal o el amor que ya se fue. Comienza su espectáculo con una poesía que alimenta la expectación de los asistentes que la visitamos por primera vez y solidifica la atención de los que ya repiten. Coge su guitarra, presenta a Milena Ruiz, la corista y a Federico Mordino, el percusionista, y con mucho humor da paso a su primera canción. Ahí entendemos, los nuevos, el trasfondo de su espectáculo. Versos, relatos personales que provocan la carcajada del público y canciones que enganchan por la profundidad de sus letras.

El espectáculo es gratuito, debajo de la mesa hay un discreto cuenco para que le dejemos la voluntad. Así que hacemos lo propio y salimos del bar cerrando una puerta y abriendo una conversación, porque Rosario de la Aurora es una de esas artistas que dan mucho que hablar. Lo justo para una buena sobremesa...