La dueña del bar del 'simpa': "Mañana, si Dios quiere, iré a devolverle el cambio"
Ana Isabel Sánchez, quien recibió los 20 euros por correo, irá a la dirección que aparece en la carta para poder charlar con el cliente
Barcelona
El desayuno de las 10 se traslada a un pueblo abulense llamado Candeleda. En esta localidad se encuentra el bar 'La Estación' regentado por Ana Isabel Sánchez, quien ha recibido por correo un billete de 20 euros y una carta explicando el motivo.
El desayuno de las 10 (14/03/2017) - Hablamos con la dueña del bar abulense que ha cobrado un 'simpa' por correo
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El 22 de febrero, entre un grupo que asiste a unos cursos en Candeleda, se bajaba de un autocar de línea de 50 personas un hombre. Mientras esperaba al siguiente autobús más pequeño, se sentó a comer en el bar de Ana Isabel. Pidió “un bocadillo de tortilla francesa, 4 euros, una ración grande de ensaladilla y una limonada”, lo que hacía un total del 11’70 euros. La carta que acompañaba al billete de 20 euros para subsanar el ‘simpa’ recogía una disculpa. “Desgraciadamente, por un despiste estúpido, me fui sin pagar”. Ana Isabel cree que al ver llegar el segundo autobús, “como tienen que montar todos, él vio el autobús y salió disparado”.
Mañana, Ana Isabel irá a la dirección que aparecía en el sobre que recibió para poder devolverle el cambio al cliente y poder charlar sobre lo ocurrido.
A Ana Isabel no le extraña que haya llegado intacto el sobre con el dinero porque “los empleados de correos son más honrados que los que tenemos gobernando”.
Por su experiencia como propietaria de un bar, le preguntamos sobre el gran debate de los consumidores cuando nos juntamos en un grupo numeroso para comer: ¿pagar a escote, o cada uno lo suyo? Ana Isabel se sincera y cuenta, “tengo una mesa que viene aquí en verano y le pongo “la pesada”, “el que siempre se queja”, “el guapete”, “el de los ojos verdes”, y cuando van a pagar “tienes que saber lo que te debe todo el mundo, porque me pagan aparte”, y ella preferiría que reuniesen todo el dinero en la mesa para dárselo luego. Pero no le preocupa que “la pesada” esté escuchando porque ella sabe cómo la ha apodado.