El PP ante el espejo de su autoritarismo

Barcelona

La ley mordaza ofrece una oportunidad a la oposición para poner al PP ante el espejo de su autoritarismo. Colocado en minoría tendrá que avenirse a negociar los atropellos a los derechos fundamentales que legalizó con su mayoría absoluta. Y aquel partido de la oposición que se arrugue, será cómplice.

En estos días en que se conmemora el 60 aniversario de la Fundación de Europa se hace evidente que gran parte de las dificultades del proceso vienen de una visión excesivamente economicista de la Unión. Aplicando el principio marxista de la determinación económica, creyeron que construyendo la unión económica todo lo demás se daría por añadidura. Y se olvidaron de los ciudadanos. Cuando por fin se les consultó, con el referéndum de la Constitución, Francia y Holanda, dijeron no. Y ahora se descubre cómo las diferencias culturales también importan. Y así se ha ido deshilachando la Unión.

Thomas Frank habla del declive del partido demócrata americano en su último libro. Sostiene que los demócratas son un partido de clase en el más clásico sentido del término y que el grupo económico cuyos intereses representan –la próspera y satisfecha clase profesional- no es en absoluto sensible a las cuestiones de desigualdad y pobreza. De ahí su dificultad para llegar a los perdedores de la crisis. Un buen tema de meditación para la vacilante socialdemocracia europea.

Podemos tiene problemas con los Comunes catalanes, una mezcla de intereses personales y de la eterna psicopatología de las pequeñas diferencias les está alejando del nuevo partido de confluencia de la izquierda que están construyendo Ada Colau y los suyos. Que no se equivoque Pablo Iglesias. Fuera del espacio de los Comunes, Podemos no será nadie en Cataluña. Y la izquierda sin bases sólidas allí difícilmente puede aspirar a gobernar en España. Y, si lo dudan, pregunten al PSOE.