La España racista
En la vida cotidiana, en el día a día, incluso en el funcionamiento de algunas instituciones, pues la verdad es que nos falta bastante por hacer. Y negarlo es absurdo, porque solo contribuye a enmascarar el problema
La opinión de Francino (21/03/2017) - La España racista
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Madrid
A pesar de nuestra historia, que se las trae, a pesar de la devastación actual provocada por la crisis, incluso a pesar de ese gusanito loco que llevamos en nuestro ADN, no hay más que ver las imágenes de un grupo de padres atizándose en mitad de un partido de fútbol infantil. A pesar de todo eso no creo que la España de hoy salga malparada en la comparación con otros países europeos cuando hablamos de racismo.
Hay un hecho fundamental que juega a nuestro favor, y es que aquí no existe un Frente Nacional como en Francia, o un Partido por la Libertad como en Holanda, o un Amanecer Dorado como en Grecia, o una Alternativa para Alemania, o como tantos otros. No, en España, por suerte, el racismo y la xenofobia aún no campan a sus anchas en el debate político, en el debate público, quiero decir. Y, sin embargo, en la vida cotidiana, en el día a día, incluso en el funcionamiento de algunas instituciones, pues la verdad es que nos falta bastante por hacer. Y negarlo es absurdo porque solo contribuye a enmascarar el problema.
Casi cada día se presenta una denuncia por racismo en nuestro país y la mitad de los casos pueden ser considerados delitos de odio. Pero eso es solo la punta del iceberg, porque hay otros muchos casos , en el ámbito laboral, en el vecinal, donde sea, que no llegan a los tribunales. Y luego está el microracismo. Que te pare la policía porque tienes rasgos árabes, que te insulten en un campo de fútbol porque eres negro, que te miren de mala manera porque eres chino, o que te llamen sudaca por ser latinoamericano; y ya no digo nada de los gitanos, que están en el último escalafón. Así que no nos engañemos: otros están peor, pero tampoco estamos para sacar pecho. Hoy, en este día donde se aboga por erradicar la discriminación racial, hagamos al menos un examen de conciencia. Y si alguien de nuestro entorno dice: “yo no soy racista, pero…” no le dejemos seguir. Él mismo se habrá retratado.