Gran Hermano VIP

En el habitual repaso de prensa digital de las mañanas pude ver en varias cebeceras, hace unos días, una noticia de bastante relevancia: al parecer hay una concursante de Gran Hermano VIP que ha engordado. Ya sabes en qué consiste el programa: se encierra durante meses a unas personas y se observa su evolución en la casa para que el público decida si siguen o no.

Esta chica ha engordado. Pero lo ha hecho con mucha delicadeza para el periodismo, que titula por el “evidente cambio de peso”. Es decir: hay que contar que ha engordado pero sin parecer vulgares ni machistas, por lo tanto el enfoque que se da es casi desde una óptica nutricionista. Una bellísima lección de cinismo, porque de lo que se trata de es publicar fotos de ella con sus curvas de antes y sus curvas de ahora: o sea, sus curvas.

Es obvio que dos meses dentro de una casa da para que todo el mundo engorde o adelgace según el caso, de la misma manera que es obvio que el foco de los medios y del público se ponen antes sobre una mujer. A la que en la propia noticia se le dan consejos sobre lo que debe comer, se le recuerda que el verano está a la vuelta de la esquina y se le trata, en definitiva, como una mercancía cuyas mejores propiedades son físicas y destinadas al consumo masculino.

Debajo de la noticia, en informaciones relacionadas, aparece ésta otra: “Las cuatro campañas que compiten por ser el peor y más machista anuncio del año”. Así se las gastan los algoritmos.