El triángulo de las Bermudas del PP

Cada dos o tres semanas, el ministro Catalá sostiene que la responsabilidad política por la corrupción se salda en las urnas. La argumentación de Catalá es brillante para el PP, lo cual no quiere decir que lo sea para la democracia y mucho menos para la justicia, que es precisamente su cartera. La pregunta es: ¿qué ocurre cuándo las urnas tardan y la corrupción sigue? Bueno, pues el PP de Madrid, en los titulares por sus relaciones peligrosas con el PP nacional, ha hecho público que desde su último congreso regional tiene 148 altas más.

Esto tiene su poco de casualidad y su poco de coincidencia. Casualidad entre otras razones porque el que hace públicas las altas es el PP de Cifuentes y el que está bajo sospecha de financiación irregular es el de Aguirre. Lo que no es casualidad es el apoyo, ni que los grandes problemas del PP suelan ser en los territorios en los que más apoyo tienen. Si uno pone PP o de Murcia, PP de Valencia y PP de Madrid en Google se encuentra hasta hace poco una larga historia de éxitos electorales y de décadas de poder. Una especie de triángulo de las Bermudas según el cual después de muchos años de Gobierno el balance de la gestión consiste en separar lo que se hizo legalmente de lo que no.

Por eso es fundamental la frase de Catalá al ligar la corrupción al apoyo popular, y por eso políticamente, si no hay elecciones o no se producen altas en el partido, a veces se uno se considera absuelto porque "en la calle noto el calor de la gente". Cuando notas el calor de la gente en la calle es como saludar en el portal: siempre hay un crimen detrás.