David Trueba: "Aprendemos a ser mejores hijos cuando somos padres"
El escritor presenta su última novela, 'Tierra de campos' (Ed. Anagrama), la historia de un hijo que vuelve al pueblo en que nació para enterrar a su padre
Madrid
Los grandes clásicos de los cuentos infantiles han explotado la orfandad. Sus grandes protagonistas son huérfanos. De padre, o de madre, o de ambos. Pero en la edad adulta, la cosa tampoco mejora. La orfandad condena a uno a quedarse sin grandes referentes, a vivir para siempre jamás en un mundo mucho más árido. Esta semana se publica la última novela de David Trueba. Se llama 'Tierra de campos' y la protagoniza un músico que, más de un año después de la muerte de su padre, decide cumplir con la última voluntad de éste: enterrarlo en su pueblo...
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Un libro para la semana (03/04/2017) - Entrevista. David Trueba presenta su novela 'Tierra de Campos'
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Esta es la quinta novela que publica David Trueba (Madrid, 1969), pero la veteranía no exime de inseguridades: “Las primeras reacciones son fundamentales para tu seguridad, porque no existe una persona más insegura que alguien que escribe un libro y lo lanza”. Y es que, cuenta, en un libro vuelcas muchas cosas. “Echas mucho ahí: mucho tiempo, muchas horas, mucho curro… Lo tomas todo lo en serio que puedes tomar tu profesión y tu propia persona”. A pesar de las dudas, el escritor está satisfecho con ‘Tierra de campos’, una novela que escribió porque “a ratos se te olvida por qué estás aquí, ni siquiera lo encuentras. Necesitas hacer un ejercicio de recordar que está muy bien vivir, ganar, sufrir, perder…Que está muy bien seguir”.
Hay un momento en la novela en que el ‘Dani Mosca’ dice: ‘Cuando asistí al parto de mis hijos, y cuando asistí a la muerte de mi padre descubrí que nacer y morir no eran experiencias místicas, sino experiencias totalmente fisiológicas’. “Le damos mucha mística a nacer y morir, que en realidad casi siempre son fruto de una experiencia fisiológica. Nos olvidamos de la parte que hay en medio, que sí tiene muchos elementos totalmente mágicos”, reflexiona Trueba.
La muerte, la nostalgia, el salto generacional, hacerse mayor. “No busco elementos demasiado confortables, ni para mí como escritor ni para los personajes”, admite Trueba. “Siempre les sitúo en situaciones difíciles donde hay que equivocarse, salir de indignidades y equívocos”. Al autor de ‘Tierra de campos’ no le gusta que ningún personaje sea totalmente blanco o totalmente negro, y por ello la novela está vertebrada en torno a una gran metáfora: la del hombre que, en la mitad de su vida, inicia un viaje en un coche de muertos, de la ciudad a un pueblo recóndito del mapa, en compañía de la resaca, una colección de recuerdos y un chófer ecuatoriano y parlanchín.
El padre de David era de Tierra de Campos, una comarca situada en Castilla y León y que se extiende por las provincias de Palencia, Valladolid, Zamora y León. El título del libro, defiende, no es un homenaje, pero el escritor confiesa envidiar “a esa gente que sigue diciendo ‘este es mi pueblo, que me entierren aquí’”. “Nosotros ya no pertenecemos a nada. Nosotros no somos de la tierra”. Su generación es la primera que no tiene un sitio físico donde ser enterrada. “Si nos tiraran al aire estaríamos más en casa que si nos ponen bajo tierra”, opina.
La paternidad, las relaciones y las tensiones entre padres e hijos cobran una gran importancia en 'Tierra de campos': "Cuando un hijo se enfrenta a su padre, o le cuestiona, de alguna manera está haciendo un ejercicio que lo pueden agradecer mucho tanto el padre como el hijo". En general, dice Trueba, "todos aprendemos a ser hijos cuando somos padres porque reconocemos que aquellas errores u obsesiones no eran más que intentos de que nos diéramos menos golpes".
En el caso del padre de Daniel la normalidad, la falta de extravagancias, la coherencia era su debilidad. En ese conformismo “hay algo de la generación a la que pertenecía mi padre”, explica David Trueba. Esa generación tenía una sensación de que no ibas por buen camino si eras incorformista, si buscabas la satisfacción; porque no la ibas a encontrar. Pero Trueba es partidario de que es mejor toda una vida insatisfecha que cinco minutos satisfecho: “Creo que el conformismo no es bueno, que hay que pelear todos los días”.