Triple oportunidad

Barcelona

El atroz ataque químico de Jan Sheijun, con el enorme impacto de las imágenes en la opinión pública, ha dado a Donald Trump, en plena caída de popularidad, una triple oportunidad. Romper con la cultura Obama de moderación belicista, capitalizar la indignación agrupando las fuerzas políticas en torno al presidente comandante en Jefe y entrar en conflicto con la Rusia de Putin, como atenuante de la sombra de complicidad entre Trump y los suyos y los gobernantes de Moscú. El impacto ha sido certero: el imprevisible Trump ha pillado por sorpresa a todos con esta acción selectiva; ataque contundente a la base de Shayt del régimen sirio. Ahora queda por ver la continuación: el problema de las acciones militares es que se sabe cómo empiezan, pero no cuándo y cómo terminan. Y las últimas intervenciones americanas han tenido consecuencias catastróficas.

Otra vez el maldito camión. La tranquila Suecia se suma a los países que han tenido que experimentar el último recurso yihadista: personas que poco o nada saben del ISIS, sus discursos y sus batallas, que buscan sublimar sus frustraciones con la violencia e imitan a los que les han precedido en el uso de método que no requiere ni organización ni esfuerzo. El yihadismo en Europa sobrevive como icono para los violentos sin causa.

ETA dice que ya es una organización desarmada. Y sin armas ya no existe. ETA desaparece cuando la sociedad la había dado por liquidada hace ya mucho tiempo. Desde hace décadas su única forma de estar era la violencia, al dejar de matar desapareció porque sus argumentos y objetivos hacía mucho tiempo ya que estaban fuera del mundo. Y todos se sintieron aliviados: sus enemigos y sus amigos, las víctimas y los cómplices. Hace mucho tiempo que nadie la echa de menos. Su cierre ya no computa. Evidentemente, haber pasado página tan rápidamente tiene sus costes: han quedado muchas cosas por entender, por explicar y por elaborar. Y no es fácil discriminar entre olvido positivo para la convivencia y pereza colectiva para asumir las responsabilidades directas o indirectas de lo ocurrido.