Tareas pendientes
Erdogan va a hacer involucionar el sistema político de la Turquía moderna y va a consolidar en torno a su persona la deriva autoritaria en la que ya estaba
Pepa Bueno: 'Tareas pendientes'
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Hoy, con los niños en casa todavía y sin cole, toca mirar a las tareas pendientes del último trimestre del curso político.
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Y la primera tarea es tener claro que una parte muy importante de lo nuestro no se va a jugar aquí, sino en Francia este domingo en la primera vuelta de las elecciones presidenciales en las que se va a decidir probablemente el futuro de la Europa que conocemos y del euro, esa moneda que tintinea en nuestros bolsillo. Hay cuatro candidatos ahora mismo en situación de empate técnico y tres de ellos cuestionan, por motivos distintos y con recetas muy diferentes, que las cosas sigan como hasta ahora en la Unión Europea y en la zona euro. Y entre ellos y en cabeza continúa Marine Le Pen, que por negar niega hasta hechos históricos del nazismo.
Pero también se juega lo nuestro en cómo se resuelva el ajustadísimo triunfo de Erdogan en el referéndum de la reforma constitucional celebrado ayer en Turquía, el gigante islámico en el extremo oriental del continente y el socio de la Unión Europea para contener a los refugiados. Por solo dos puntos y medio de ventaja, Erdogan va a hacer involucionar el sistema político de la Turquía moderna y va a consolidar en torno a su persona la deriva autoritaria en la que ya estaba, en cualquier caso. El referéndum deja un país partido por la mitad y de momento la oposición anuncia que va a recurrir el resultado por irregularidades. Y un detalle del recuento: en Turquía también se ha dado la fractura entre las grandes ciudades - que han votado 'no' a Erdogan- y el resto del país - que ha votado 'sí' a darle prácticamente todo el poder ejecutivo, parte del legislativo y capacidad para elegir a los jueces. Nada menos... Ya ha anunciado él que va a reinstaurar la pena de muerte.
Visto así, las tareas españolas pendientes parecen pequeñas, pero no son menores. Cataluña enfila la recta final de la nueva meta volante que el independentismo le puso por delante a sus ciudadanos, y lo hace con interesantísimas encuestas, como la publicada ayer por Metroscopia en EL PAIS, y hoy por La Vanguardia que certifican que Rajoy no arregla el problema con metros de vía de cercanías, pero también que una gran mayoría de catalanes votaría por una solución que dejara a su comunidad dentro de España, con mayor autogobierno.
Antes de que la necesidad de supervivencia casi personal de algunos dirigentes independentistas, y antes de que la ceguera o interés partidista del PP nos aboque a una situación grave de fractura, ¿habrá alguien que encuentre y abra la vía política para atender a esa mayoría de catalanes que quiere seguir aquí pero seguir de otra manera?
Y por cierto, vaya espectáculo el de la antigua Convergència que va a denunciar en la Fiscalía que pillaran a uno de los suyos diciendo que si la independencia no sale, ellos tienen un recambio autonomista para la ocasión. ¿Quién judicializa ahora la política?
Y segunda tarea española. Quizás al final lo consiga, pero de momento, el gobierno central no tiene todavía acuerdo parlamentario de presupuestos para este año, un año que casi está ya en la mitad. Veremos qué pasa.
Y al fondo, ahí, tozudos, los datos. Los buenos y los malos. Lo que Joaquín Estefanía llama 'retratos de una sociedad dual': el lleno hasta la bandera del turismo esta Semana Santa en toda España, dinero fresco que entra en nuestra economía, afortunadamente. Pero también las encuestas que nos han contado estos días que España es el tercer país europeo en pobreza infantil, o que cuatro de cada diez españoles no puede afrontar gastos imprevistos, esos que nos trae la vida cotidiana a diario.
Me hubiera gustado, la verdad, hacerme la rubia en la acepción Cifuentes del término en este primer día postvacacional, pero todas mis amigas rubias y compañeras rubias -economistas, politólogas o periodistas- me abruman con sus cifras, me abruman con sus cifras, con sus estudios y sus trabajos sobre la realidad y no he podido resistir la tentación de contárselo a ustedes.