La falta de credibilidad se hace crónica

Barcelona

Si, como cuenta Lucía Méndez, que nunca habla a humo de pajas, Mariano Rajoy hace nueve años le dijo a Ignacio González que no estaba dispuesto “a aceptar lecciones de relativismo de alguien sobre cuya integridad y comportamiento corren algunas dudas en Madrid”, una pregunta se impone: ¿Por qué ni Rajoy ni el PP hicieron nada para esclarecer estas dudas y obrar en consecuencia? Una vez más se confirma que el PP sólo reacciona cuando los escándalos estallan. Y así la falta de credibilidad se hace crónica.

Las llamas judiciales van arrasando el entorno de Esperanza Aguirre. ¿Saldrá impune la lideresa del cerco? ¿Sobre ella se orientan hoy todas las miradas? ¿Son lágrimas de melancolía o de premonición?

La fiscalía pide alargar un año la instrucción contra la presidenta del parlamento catalán Carme Forcadell por razón de “causa compleja”. No es una decisión estrictamente judicial, lleva carga política. Mariano Rajoy no quiere mártires ante el tormentoso otoño catalán.

Eduardo de Mendoza, de profesión sus labores, tira de ironía en al recoger el Premio Cervantes. Los formatos evolucionan, la literatura permanece. “La tecnología, dice el escritor, ha cambiado el soporte de la famosa página en blanco, pero no ha eliminado el terror que suscita ni el esfuerzo que hace falta para someterla”.

La advertencia del filósofo Jurgen Habermas a la Unión Europea, en vigilias de las elecciones francesas: “Una perpetuación de la situación actual, con los pueblos sometidos a tutela con total desprecio por la democracia, constantemente llamados al orden por razones económicas y forzados imperativamente a obedecer, acabará provocando la desintegración de la Unión”.