Una tragedia para este país

La capacidad de este gobierno de llevarse por delante la credibilidad de las instituciones es uno de los mayores problemas de la vida política española. La existencia de una Fiscalía Especial contra la Corrupción y la Criminalidad Organizada debería ser una garantía para los ciudadanos y no una fuente de sospecha de connivencia con intereses partidistas. ´

Pero eso es, precisamente, lo que ha sucedido con la actuación de su actual titular. Manuel Moix intentó impedir el registro en una empresa clave para indagar en el caso Gürtel y tuvo que ser corregido, de urgencia, por la Junta de Fiscales en pleno. La situación sería menos grave si el Fiscal General del Estado, que nombró a Moix y del que depende orgánicamente, hubiera tomado medidas inmediatas, pero no ha sido así. Bien al contrario, José Manuel Maza quitó importancia a lo ocurrido.

El ministro de Justicia, Rafael Catalá, fue aún más lejos al afirmar que “no merece la pena especular con un caso sometido a secreto de sumario”. Pero nadie le estaba pidiendo que especulara sobre el caso (algo que, por lo demás, ha hecho en otras ocasiones) sino que actuara ante un comportamiento indebido que afecta gravemente al prestigio de una institución. Y sobre eso no hay ningún secreto.

Catalá pidió, impertérrito, respeto para las instituciones pero, lamentablemente, parece ignorar que ese respeto depende del trabajo intachable de quienes son los responsables de esas instituciones. Y el trabajo del fiscal Moix, del Fiscal General y del ministro no ayudan a que las instituciones ganen, mantengan e incrementen su prestigio, sino todo lo contrario. Lo sepan o no ellos mismos, están provocando una tragedia en este país.